Un hermano comenta los textos; pero imagino que a él no le gustaría que divulgara su nombre. Hacer eso es como entregar prisioneros, traicionar un poquito, pero al menos trataré de reproducir parte de lo que me ha dicho con respecto a los textos:
“…. los leo con mucha atención y me ‘despiertan’ a nuestra historia….. tienen la capacidad de revivir, sobre todo al papá. No me pasa lo mismo con la mamá…”
Y agrega más datos, más cifras sobre este experimento de la autoficción:
“…yo nunca recibí una carta de ella como tú… A veces pienso que si te hubieras quedado en Chile no te habrías preocupado de esa historia. Quizás habrías experimentado de manera distinta el paso del tiempo y no habrías escrito de esa época…. ¿ni guardado las cartas?….”
Eso es muy cierto, Álvaro….. Plop, te he entregado, he confesado, he divulgado tu nombre. Te pido disculpas, pero para hacerlo menos complicado, imagínate por un rato que ya estás muerto, que estamos todos muertos, destrozados, (o trozados), bajo tierra, silenciosos, ya sin nada que decir o agregar, como si tu historia y la mía estuvieran escritas y sin vuelta….pero presente en la escritura, en las palabras, en las cartas, para que nuestras descendientes, tus hijos, tus nietos, tus conocidos nos puedan imaginar y hacernos revivir otro poquito (acuérdate que ya estás bien muerto). Escribía que lo que dices es muy cierto, viviendo fuera de Chile el paso del tiempo se nota más, en cada viaje a Chile uno lo comprueba en las huellas de esos rostros que habíamos dejado de ver por un tiempo. Lo vemos en las arrugas, en los ojos capotudos, en el pelo de otro color, en las calvicies, incluso en los movimientos que son más reposados, calmosos, más torpes (incluido los míos). En mi padre lo noté, por ejemplo, cuando me fue a buscar al aeropuerto en una de nuestras vistas a Chile. Habían más titubeos, temblores, claramente le estaban empezando a fallar las piernas. Y aquí me acuerdo lo que le dijo Pinochet a Aylwin en su tiempo: “lo que primero empieza a fallar son las piernas”…. Lo curioso que de una manera muy tonta siempre guardo la esperanza de que a mí no me ocurrirá eso, que de alguna manera me voy a salvar y que el tiempo no me pasará la cuenta, no se fijará en mí. Pero como me dijo mi querido tío Lalo, el espejo del baño cada mañana no miente, no es un problema de luz, son los años, es el paso del tiempo, el deterioro, el derrumbe. Esos intermedios y visitas a Chile me mostraron y muestran el paso del tiempo de manera muy clara porque súbitamente uno se ve forzado –cada vez que aterriza al lado de esa cordillera un poco desteñida por el smog plomizo- a ajustar las imágenes en ese álbum de fotos que llevo adentro –pero en cámara rápida- y es necesario ajustarse a los cambios, los gestos, las nuevas formas y hasta con las nueva expresiones que la gente usa en el lenguaje común, en la calle. Por ese motivo, o por ese lado, me gusta y me atrae el paso del tiempo porque uno, a regañadientes, a empujones, aunque se vaya desmoronando, le va dejando también el camino abierto a los que vienen detrás. En ese sentido uno mira hacia los años previos, pero también lo hace pensando en el futuro, en los que vienen, o en los que acaban de llegar.
Un amigo me ha dicho que mis textos son nostálgicos, con mucho recuerdo, y que a él, más que nada, le gusta mirar hacia delante, hacia el futuro. Creo que como dice mi hermano Álvaro, mi viaje fuera de Chile me marcó y me empujó, me obligó de manera natural a eso, a mirar de manera preferencial hacia atrás y hacia Chile. Y las cartas que logré rescatar de esos años me han dejado una muy buena muestra –aunque parcial, sobre la situación política del país- del Chile de ese entonces.
En la autoficcion anterior mencionaba a Carmen Balcelles. Bajo al subterráneo de mi casa y encuentro otras cartas –de Carina Pons, una de las editoras de esa agencia- que muestran claramente que me prestaron bastante atención (?). Después de leerla he quedado más intrigado con el texto que les mandé. No recordaba que lo había titulado “Hablen con Mariana”, por ejemplo, y que lo había mandado a un concurso. Me piden información adicional, como una foto y una nota biográfica. Creo que no hice nada de eso; como decía en la autoficción anterior, me chanté, me paralicé un poquitito. El marketing no está en mis cuadernos. Aquí va la carta:
Carmen Balcells/Agencia Literaria
Barcelona 8 de diciembre 1986
Estimado amigo:
Con estas líneas queremos únicamente acusar recibo de su atenta carta del pasado 20 de Octubre y de su original HABLEN CON MARIANA que recibimos hace tan solo unos días.
Hemos registrado asimismo que Ud. Directamente ha presentado esta novela al Premio Nadal de novela cuyo fallo es el próximo día 6 de enero.
Su novela entra ahora en turno de lectura y tan pronto como recibamos el informe de nuestros lectores, le escribiremos para comunicarle nuestra decisión acerca de la representación de su novela ante los editores.
Dado que recibimos muchos originales y obras para considerar su posible representación, intentamos ser lo más estrictos posible entre el orden de llegada y posterior lectura por lo que quizá nuestra carta informándole de nuestra decisión definitiva demora más de lo que nosotros desearíamos. De antemano le pedimos disculpas por ello.
Mientras no reciba nuestra carta es Ud. Libre de manejar y gestionar su novela como considere más conveniente ya que en caso de que nuestra decisión fuera positiva retomaríamos las gestiones que hubiera podido realizar en el punto en que se hallasen.
Sería para nosotros muy útil que nos enviara una nota biográfica suya actualizada y una fotografía si ello es posible pues ambas cosas contribuirían a completar nuestros archivos.
Con las gracias anticipadas por su atención al dirigirse a nosotros, le saluda con toda cordialidad,
Carina Pons
Con su típica patas de gallo mi padre me mandó las siguientes dos carta, y que por los problemas que discute, como la inmigración, podrían haber sido escritas hoy, en el 2019. Curioso como pasan los años para mostrarnos los mismos problemas que se repiten, no mueren, como los zombies. Como lo hacía siempre, mi padre me informa sobre la situación de cada uno de mis hermanos y hermana. Mi hermana Mónica, por ejemplo, con su marido de ese entonces continuaban con los preparativos del viaje a Italia. Ahora esperaban los pasajes. Y mi hermano Alberto parece que cada vez se ve más arranchado con su trabajo y con Chile:
Santiago, Octubre 27 de 1986
Querido Cristián
Te enviamos el folleto adjunto para que te formes una idea del precio de algunas cosas en Chile. Considera que cada dólar vale aproximadamente $222 pesos chilenos. Nosotros en general bien, pero la mamá ha tenido algunos dolores a la columna, como discopatía pero está mejor.
La Mónica (hermana) y Pato preparándose para partir a Italia y lamentando no verlos a ustedes en Diciembre.
Gonzalo (hermano) mejor en la Unicef y próximo a ir a Colombia en una misión de la oficina.
Alberto (hermano mayor) cada vez mejor en su diálisis y contento con su trabajo.
Estuvimos felices con tu ultima carta pero continua pero continua escribiendo porque todo lo que les pase a ustedes nos interesa mucho. ¿Cómo le va a Pilar en su tesis de doctorado? Cristián dinos exactamente el No de vuelo y la compañía en que tu partes porque yo no sé si el 17 de Diciembre sales de Estados a Unidos o llegas a Chile.
Recibe un cariñoso abrazo tú y Pilar de la mamá, hermanos y mío.
Juan
10 XI 86
Querido Cristián
Hemos estado preocupados por la ley de emigración aprobada en EE.UU. y estamos muy de acuerdo contigo que vayas a exponerte a dificultades por viajar a Chile. Pienso que lo primero que debes hacer es conocer oficialmente y verdaderamente, cuál es el alcance de la ley. Si tienes algún problema posterga tu viaje hasta tener todo arreglado. Si las cosas no están claras contacta un abogado especialista, pero que sea honrado, para arreglar tus papeles. Si hay que pagar, aunque cueste 5 o 6 mil dólares, no dudes en hacerlo que la plata saldrá. Avísame y mantenme informado como te va. Recibimos el libro y yo he gozado con el; voy en la página 103 y prefiero terminarlo mañana y pasado mañana.
Gonzalito estuvo una semana en Bogotá, Colombia, y otra semana en Santo Domingo mandado por la Unicef. Parece que las cosas se van arreglando y Dios quiera que logré contrato definitivo.
La Mónica y Pato todavía esperan los pasajes para irse a Roma, pero la beca está concedida.
Alberto el próximo año, en Febrero, va a ir a Roma y recorrerá con Mónica y Pato Europa; después piensa ir a EE.UU. Tu podrías invitarlo ya que va a ir solo.
Álvaro (hermano menor) trabajando más o menos bien.
Para felicidad de todos, la mamá está bien de salud y con proyectos para el futuro.
Cuéntame de tus investigaciones y “papers’, que nada sé de eso. Con la esperanza de que todo lo soluciones bien, reciban un cariñoso abrazo tú y Pilar, de la mamá, hermanos y mío.
Juan
Recuerdo que logramos ir a Chile ese Diciembre del 86. En la siguiente carta de mi madre, ella ya no habla mucho del cáncer y la vitamina C, pero tiene problemas a la columna que le impiden escribir usando la máquina. Me cuenta que Mónica y Pato finalmente habían llegado a Italia. Y le pasa revista a los hijos de Mónica Correa Brunet (su hermana), y nos cuenta como se mueve la vida de ellos. Habla también de mi tío Manuel (marido de su hermana Mónica) y una hernia que tenía. Todavía recuerdo como en una foto, un sueño, ese cumpleaños de alguien, algún primo, al que mi padre llegó un poco atrasado y vistiendo su típico traje de hospital, todo de blanco. Estaba mi tío Manuel, médico militar, luciendo también su uniforme, pero en este caso un uniforme militar repleto de colores y sus oropeles. Sabiendo que mi padre comulgaba políticamente por otras avenidas, distintas a las pinochetistas, de manera muy gentil, muy cuidadoso y quizás también algo tragicómico, se disculpó diciendo que simplemente no se había podido cambiar de ropa. Al igual que mi padre, simplemente había tratado de no llegar atrasado. Encuentro que el gesto de mi tío Manuel fue muy elegante, no tenía para qué haberlo hecho, pero tocándose el uniforme militar con los dedos de una mano, le dio a entender a mi padre que no estaba ahí para lucirlo, o lucirse, y levantó sus hombros como un signo de interrogación o algo parecido. Fue todo bien breve, y creo que pocos lo notaron, pero la escena se me grabó a fuego en la mente, y se me implantó para quedarse y para recordarlo con cariño. La última vez que vi a mi tío Manuel fue en la calle, en Providencia. Iba adentro de su auto y le daban luz verde cuando, yo, desde la vereda, levanté los brazos para saludarlo …….y sin querer me toqué la camisa que llevaba puesta como si fuera otro uniforme, y levanté también mis hombros como pidiendo disculpas. Se veía contento del encuentro, no pudimos conversar pero estaba feliz, aunque por dentro ya avanzaba la ceremonia del cáncer que se lo comió vivo. Nunca más lo vi con vida.
Pero sigamos con la carta de mi madre. Es una carta breve y con pocas descripciones y copuchas entretenidas. A lo mejor fue el dolor en la espalda:
Stgo Lunes 8 de Diciembre 1986 8:30 pm
Cristiancito amor
Llevo un mes, casi, con hernia en la columna, resfrío, tos, etc., claro que entre uno y otro achaque vamos a Viña, al Taller Literario, al cine, etc., etc… y no me siento a escribir por horas, como antes. Lo dejo para mañana, y mañana y así pasan los días. Y estuve recontra amargada de pensar que no fueras a venir….
Aquí como que respiramos tranquilos cuando al fin llegaron los pasajes de Italia para Mónica y Pato. Parecía que semana a semana no partirían a Roma (vuelos Alitalia sólo hay los jueves) durante un mes o más estuvieron las maletas listas….
Y ahora estoy que “rechino” por saber si encontraron departamento o albergue, si siguen bien cursos de italiano y sin han ido y/o irán a la universidad. Ya nos ha llamado dos veces. Por un cura amigo del Dr Luchini tuvieron alojamiento en un castillo viejo de curas en Via San Giovani Decollato, que como indica el nombre, en el subterráneo están enterrados los degollados….
Lo bueno de escribir a máquina es que se pueden contar hartas cosas en poco espacio….pero si me siento en la mesa a escribir me empieza a doler la espalda. Según las radiografías últimas tengo escoliosis y diversas degeneraciones de los muchos años….
Ese vestido que te encargué por teléfono si no alcanza a llegar, no importa. Si te mando el recorte puede no llegarte la carta por gruesa.
Anoche llamé a la mamá de Pilar. Vendrán a almorzar los cuatro, papás y hermanos de Pilar, el sábado 20. Todos aquí quieren ir a esperarlos al aeropuerto. Gonzalo hasta puede entrar antes del control ( no estará parado en la vereda como nosotros).
Estoy tan aburrida en cama….pero mañana me levanto porque ya se me quitó la tos.
Lo malo de tener molestias físicas es que “todo” se “focusa” ahí nomás. Mañana en la mañana operan de hernia a tu tío Manuel Brunet (la tiene del porte de una manzana) y a Mónica se le desapareció la empleada….Moniquita Brunet ha estado con permiso médico por algo generalizado al colágeno, tiene reumatismo. La Marcelita espera su tercer niño adoptado. La Cecilia tuvo su primer niño precioso. Anita Kuschel tiene su guatita bien puntiaguda, creo que será un Gonzalito el nuevo nieto.
Y ya no escribo más de lesa.
Te quiero mucho
Ximena
Cristian he leído en tu página hasta la 42 y me atrapa. Estás haciendo un trabajo maravilloso. Tu amigo Ignacio estaría fascinado . Me hace gracia la expresión “como ardilla en su árbol “ no sé si se dice o la invento ella. Desde que se que tú madre está viva me cambio el punto de mira. No por el hecho de que esté viva sino por lo que hizo con la herencia.la verdad no lo entiendo . Que tal os va todo? Las chicas bien? Por aquí ya se acerca el final del colegio de los niños y hace mucho calor. Acabo de terminar la última novela de Antonio Muñoz Molina . Esta bien. El título es muy bonito:Tus pasos en la escalera. Te mando un abrazo enorme
Enviado desde mi iPhone
Querida María Jesús
Gracias por tu comentario! Como te contaba siento que Ignacio todavía lee estas notas cuando tú mencionas algo. Y tienes mucha razón cuando comentas las cartas de mi madre. Encuentro que ella escribía bien, sabía desdoblarse y mirar con esa mirada de vuelo de pájaro donde simplemente contaba lo que ella veía sin inhibición.
Y sí, mi madre todavía está viva, pero después del desaguisado de la herencia que se mandó, donde básicamente nos desheredó, simplemente la he desconocido y en gran medida ya se me murió; quizás por eso hablo de ella en el pasado. Pero en las cartas es otra persona y ahí la recuerdo con cariño, me río mucho y también la sufro. Con los años creo que la voy a perdonar, pero sé que será tarde, a destiempo, en cartas sin destinatarios, en otros espacios.
Aquí en Michigan estamos bien. Leyendo cartas, libros y a veces escribiendo una notita y recordando a los amigos. Siento que con Ignacio me liberé, me sacudí la autocensura, y me ha obligado a tomarme esto de manera mucho más seria. Como dice Jorge Edwards en Chile somos buenos para las intimidades, las confidencias, pero tomándonos un cafecito, un trago, y en la privacidad y los encierros de los restoranes. Pero eso, creo, felizmente está cambiando, se están abriendo las puertas del closet y los asuntos –sobre todo en las nueva generaciones- se conversan sin vergüenzas, con menos rodeos y con más autenticidad, como lo hacía mi querido amigo Ignacio Carrión. Claro que él lo hacía hasta que llegaba al dolor quemándose las manos, los ojos, el papel de sus cuadernos donde lo escribía todo.
Un fuerte abrazo, querida María Jesús