Trabajo (V)

Nuevamente llegamos a un fin de semana donde estamos en la librería Barnes & Noble, cercana a nuestra casa, y donde busco algo que leer, un nuevo autor, una nueva memoria confesional y auténtica, alejada de la ficción. Entró y me encuentro de sopetón con una mujer joven inmovilizada sobre un gran sofá de color café, o un trono tecnológico que ella mueve al soplar o tocar con su boca un control que le llega hasta el rostro. Una pareja que parecen ser sus padres revolotean a su lado. Pretenden ver algunos libros, pero la verdad es que aletean como pajaritos huérfanos a su alrededor. Una señora que parece ser su madre, le pregunta qué donde, por qué pasillos se paseaba “antes”. La escucho murmurar ese “antes” sin querer, y siento que les estoy tocando algo muy íntimo, de ellos, y me resuena el “antes” mientras tomo un libro entre mis manos. “Antes” de qué, me pegunto, ¿antes del accidente? La niña no le dice nada, no le responde y apenas puede moverse sobre ese tremendo sofá por los pasillos de la librería. Ella solamente mira y no le contesta a su madre, no se mueve del pasillo; pero parece decirle algo cuando mira fijamente hacia delante, hacia otros horizontes, otros paisajes. Tristemente ella parece no querer estar en esta librería, y uno la siente o la imagina viajando, volando, recordando, y como añorando otras circunstancias, otros lugares de “antes”. Su padre se apresura a abrirle la puerta para salir hacia la calle. Ella mueve o sopla sobre ese control y el sillón se mueve, le responde, y como un potro chúcaro traspasan la puerta que le mantiene abierta su madre.

 

Me cuesta tomar otro libro entre mis manos para volver a mi propia realidad. No dejo de pensar en ella, en sus padres que se mueven como en medio de una tormenta pero conservando la tranquilidad, como si estuviera todo bajo control, como si el sillón lo cubriera todo.

 

****

 

En unas horas más tendré que ir a un meeting para discutir nuestro futuro con mi superior, para saber cómo cerraremos finalmente las puertas. Pero antes nos han pedido que preparemos otro producto experimental que nos tomará aproximadamente tres semanas. Hace pocos días, en otro meeting importante, en una teleconferencia, analizamos lo ocurrido en Finlandia. Están contentos con lo logrado, fue un viaje fructífero y donde hicimos todo lo planificado. Al final me pidieron que fuera nuevamente a Europa por tres días para analizarlo todo con más detenimiento. Pero veremos como me recibe ahora, en otro meeting, mi superior directo, veremos cómo me habla, qué me dice. Por un lado entiendo los números y las razones del por qué estamos en esta “restructuración”, en este “proyecto”. Mientras tanto, los gatos me acompañan. Pilar ya partió hacia su trabajo.

 

 

Mi superior directo me recibió de corbata y con una sonrisa de fotografía, atenta, estudiada. Con él no deseo ser muy crítico, me cuesta culparlo de lo que nos ocurre. Los dos hacemos nuestro trabajo, tratamos de entender los números; yo, defendiendo o tratando de defender lo que hacemos, o lo que hacíamos, es decir mostrando que todavía aportamos valor a la compañía, mientras él simplemente se apoya en la cruda realidad de las cifras, de los datos tangibles y a la vista, las metas.

El meeting fue insípido y centrado en el trabajo, ya había poco que decir o analizar, la situación ya estaba decidida. Pese a todo, las noticias no fueron tan malas como uno imaginaba, porque aparentemente todavía tenemos posibilidades de trabajar en otros sitios que la compañía posee en la región. Está claro que precian lo que hacemos, aprecian lo que hemos logrado, pero ya no pueden seguir manteniendo un edificio para cinco personas solamente. Me cuenta que el viernes habrá un Town Hall Meeting donde nos explicarán lo que está ocurriendo en más detalles, la “restructuración”, el “proyecto”, y lo harán frente a todo el grupo, mientras tanto se hace imprescindible de que yo no diga nada todavía, que no hable, que no de indicios de lo que se viene, del “proyecto”. Lo curioso es que no fue necesario que me frenara en dar esas noticias, en aguantarme, porque al llegar a mi planta ya había un grupo de cinco personas asignadas a “proyectos” haciendo todo tipo de preguntas acerca del edificio y sus instalaciones, los arreglos que habría que hacerle para entregarlo tal cual lo habíamos recibido hace 20 años atrás, cuando lo arrendamos inicialmente. Por supuesto que varios colegas se pusieron saltones; uno se fue para su casa, mientras otro llamaba por teléfono a su señora contándole detalles.

 

*****

 

Me acaba de llegar el email anunciando el Town Hall Meeting para mañana viernes. Pero con la llegada de los tipos de “proyectos”, mis colegas, los que trabajan para mí, ya lo saben, han sido alertados, aunque no pude certificarles nada. Veremos que sucede mañana.

Mientras tanto, en el New York Times de hoy miércoles, me entero que alguien, un millonario, el doctor Patrick Soon-Shiong proclama que ha logrado producir una nueva batería, una de zinc/aire que nos deja a las puertas de algo grande, frente a una revolución en el área de las energías alternativas. Contacto al periodista por Twitter, (@ivanlpenn), y le comento que leí su artículo, pero que en las revistas especializadas no me he enterado de nada parecido. Le digo que no creo que los investigadores que él menciona hayan logrado solucionar la formación de dentritas en el electrodo de zinc; un problema que se presenta a medida que la batería se carga y se descarga, y donde terminan creciendo dentritas sobre la superficie del electrodo de zinc. Esas dentritas pronto perforan el separador, tocan el otro electrodo de signo contrario generando un corto circuito. En el comentario le sugerí, de manera respetuosa, que a lo mejor estábamos frente a un “esquema de la pirámide”, pero tecnológico; no sería la primera vez, le escribí. Me contestó de inmediato, y me dijo: “aprecio tu escepticismo. Hasta el momento Duke Energy ha usado la batería por un año y medio, y cuentan que funciona bien.” Le respondí diciendo que verdaderamente no creía que hubiesen logrado resolver ese problema, evitar la formación de dentritas, que no es un problema fácil, y que se han intentado soluciones parciales por muchos años. Y le aseguro nuevamente que no he leído en ninguna revista especializada un trabajo o comentario sobre este espectacular desarrollo. Un descubrimiento como ese sería considerado tan relevante, le menciono, que incluso tendría repercusiones en el área de las baterías de litio. Ivan nuevamente me contesta -probablemente luego de consultar con sus expertos- que “eso es justamente lo significativo, y que por eso lo ha divulgado en el periódico. Y que el Dr. Patrick Soon-Shiong asegura que los científicos de NantEnergy, la compañía que él fundó, han resuelto el problema de las dentritas.”

No le creo, ahora sí que no le creo nada y ya no le respondo. Ese supuesto descubrimiento o avance tecnológico, que se salta los medios tradicionales que tienen los científicos para comunicar sus resultados, que es publicándolos y discutiéndolos con sus pares, sometiéndolos a su escrutinio, me asegura que el famoso Dr. Patrick Soon-Shiong y sus científicos son bastante frescolines, y lo más probable es que en este preciso instante el Dr. Soon está enmarcando el artículo del NYT mientras, al mismo tiempo, pasa su sombrero para conseguirse más dinero y financiar su empresa…….pero sobre todo para beneficio propio y de su propia humanidad. Sin lugar a dudas lo que hace el doctor Soon es organizar una simple y conocida estafa, y en una empresa en la que él, personalmente, no perderá un solo centavo. Es una vieja trampa y donde ocurre lo mismo que en los esquemas más tradicionales, donde el organizador de la pirámide, cuando todo explota, cuando se conoce la verdad, al final se escabulle, se arranca de los escombros y de la mugre, pero con los bolsillos repletos de platita.

A lo mejor escribí el párrafo anterior de “picado,” o por “envidioso”, o porque creo tener los bolsillos vacíos (aunque eso siempre es relativo). Pero ocurre que desde chico supe que no sirvo para llevar una vida fundada sobre demasiadas mentiras –reconozco que siempre hay unas pocas, pero las justas (espero)- porque se necesita demasiado trabajo para hacer lo otro. Trabajé por muchos años para uno de ellos, el incomparable Stan Ovshinsky, un supuesto genio. De él aprendí que decididamente, para tener éxito en ese tipo de esquemas, hay que trabajar sin descanso, día y noche y sin ninguna tregua. Y al final uno se ve obligado a creerse hasta las propias fantasías (como le ocurre a Trump) y termina viviendo en un universo alternativo, paralelo, donde se te hace imprescindible mentir en el trabajo y en la casa, en todos los lugares; y frente a los colegas y la familia. No seguí ese camino, y no porque me considerara un santurrón, o un virtuoso; más que nada no lo hice porque me di cuenta que esa vía requería de mucha energía, desgaste, teatro, y simplemente no me daba el cuero; “me conozco mosco”, como decía un amigo, y simplemente no me resultó.