Era el primer San Juan que le celebrábamos a mi padre después del golpe militar ocurrido el 11 de Septiembre del 73, en Chile. En mi casa se celebraban pocas fiestas y con la parentela pasábamos peleados; siempre había algo malo que decir sobre ellos, abusos ancestrales, odios antiguos, aprovechamientos que periódicamente florecían en un ambiente rarificado. Con el tío Pepe, por ponerle un nombre, el hermano de mi madre, era casi divertido. Mi papá, cuando estábamos solos y con la ausencia de mi madre, me decía de manera poco generosa: “ese es un huevón”. Y todo porque el pobre se creía personaje, y como todo personaje de esos años, le pedía a la compañía telefónica que no publicara su número en la guía de teléfonos que en ese tiempo era un libro gordo que salía cada año. Recuerdo que uno de los ritos de niño grande era aprender a usar la guía telefónica, encontrar un número y la dirección. Una vez pregunté con cara de despistado por qué el tío Pepe hacía eso. “Porque se cree personaje, mijito, pero es un huevón.” Esa era la respuesta. Y era divertido porque cuando llegaba a la casa nadie le decía que era realmente un huevón, y eso parecía extraño. Pero uno entonces empezaba a fijarse más, y notaba que el tío Pepe tenía actitudes de divo, grandilocuentes, donde largaba opiniones que a mi padre le molestaban y casi lo hacía callar. Pero lo interesante es que no se iba de la casa, y aceptaba una patadita por aquí y otra por allá, como si estuviésemos todos en un jardín infantil …. aunque recordándolo mejor, en varias ocasiones se fue bien apurado. Era radioaficionado, y ahí era donde se sentía realmente a sus anchas, donde conversaba con conocidos de latitudes lejanas en medio de una estática que le daba un ambiente heroico a las conversaciones. Eso lo encontrábamos de lo más interesante y muy poco huevón.
…….pero al principio de esta notita decía que esa día era el primer San Juan que celebrábamos después del golpe y llegaron a la casa conocidos de bandos opuestos, irreconciliables. En mi casa siempre hubo esa tensión, ese cuchillo que a veces cortaba relaciones. En Chile y en Santiago ya estaba prohibida la política, así que mucho se hacía y se hablaba en las casas particulares y de manera bien poco oficial. Esa noche llegaba gente, y mi padre, a lo mejor ingenuamente pensó que todavía se podía soñar una vía cívica pacífica donde se pudiera generar un entendimiento más amplio entre tanto chileno dividido. Primero llegó Tomic (el excandidato presidencial de la DC, que perdió en las elecciones del 70 donde salió elegido Salvador allende) junto a su señora y se sentaron frente a un bow window, rodeado de gente que le hacían preguntas. El largaba cifras, datos, y realmente concitaba la atención de la audiencia. Recuerdo que le ofrecí algo de tomar y me pidió agua mineral. Al poco rato llegó un General, pariente nuestro, sobre todo de mi madre, el General Ramírez Pineda. Lo divertido es que hubo algo de conmoción y apuros. ¡La incógnita era donde sentarlo si estaba Radomiro Tomic en la casa!, podía quedar la gran cagada y armarse una trifulca peor que los odios de niño chico que se armaban con mi tío Pepe. Al final parece que se optó por llevarlo una sección del living que estaba un poco separada; la famosa pieza de las plantas, y donde las plantas se morían porque nadie nunca les echó una sola gota de agua. Ahí se sentó el General, y pese a que se saludaron con Tomic, nada positivo ocurrió después de ese encuentro. Tomic siguió tomando agua mineral y largando cifras contundentes, mientras el General parecía disfrutar de la conmoción y notoriedad que le regalaba esa época y su rango, sus gorras brillantes y su uniforme forrado de condecoraciones. Nunca más se volverían a ver con Tomic, y creo que el General no vino nunca más a casa. Con el tiempo fue asesor de Pinochet, y ha sido asociado con violaciones a los derechos humanos. Tiene un hijo que se hizo cura jesuita. La última vez que supe de él ya estaba en Santiago, después de una larga detención forzada en Argentina. Ahora debe tener como 90 años.
¿Y que ocurrió con mi querido tío Pepe? Falleció hace como 20 años, todavía joven y de manera bien valiente; le vino un cáncer a los riñones que después se le expandió, y que él aceptó estoicamente sorprendiendo a muchos. Fue alegre y siempre se interesó por nosotros, aunque a veces nos hacía bromas pelotudas, donde se congraciaba haciéndose pasar por jovencito. Recuerdo que una vez le pregunté por el asunto de la guía telefónica. Ahí se puso serio, tan serio que realmente me apareció que era todo un personaje. Poco antes de fallecer fue a la casa de su hija y se tomó una foto con su nieto y con la cámara automática. Su hija la encontró semanas después de fallecido cuando fue a desarrollar el film. Loreto me mostró la foto; era claramente una foto de despedida, donde los dos miraban fijamente hacia la cámara, y él, de manera bien heroica, todavía sonreía.
Radomiro Tomic no logró llegar al año 2000, que era lo que más deseaba; pero al menos murió de muerte natural, un cáncer que lo fulminó. Pocos meses antes de fallecer llamó a los conocidos y amigos para compartir su biblioteca. Ahí tenía metódicamente organizados todos sus libros y en los distintos temas que concitaron todo su interés en las distintas etapas de su vida. En un sector estaban los volúmenes sobre humanismo cristiano, socialismo comunitario, memorias, que sus amigos podían llevarse tranquilamente a casa. A los pocos meses fallecía.
Pero ahora me despierto, me sacudo estos recuerdos que siempre me acompañan y que cuido como si fueran pequeños tesoros, joyas que atesoro en algún rincón de la memoria. Estamos en el 2014 de un veinte de Julio a las 11 de la mañana, donde termino mi café, en Northville, Michigan, para salir a caminar con mi amigo el Copo que me espera pacientemente afuera. Arriba va la foto, es todo un personaje, la verdad es que todos somos grandes personajes….
Julio 20 14