Autoficción 27……. Vitamina C, cáncer y terremotos

Ahora entiendo el motivo por el qué mi madre escribió tan pocas cartas el año 84. No fue que las cartas se hubiesen extraviado. Al organizar las cartas del año 85 noto que los detalles del año 84 comienzan a esclarecerse, porque poco a poco empezó a asomar la cabeza de un temible cáncer que con los años se transformó en leyenda. ¿Había tenido realmente cáncer mi madre? En una carta del año 85, donde mi padre me pedía que contactara a Linus Pauling (más adelante se verá por qué me lo pedía) me mandó la historia clínica de mi madre, y donde claramente se demostraba que mi madre tuvo cáncer. Usaré sus términos médicos que pueden resultar aburridos, secos, pero creo que es necesario, creo que es importante mostrar claramente que efectivamente mi madre tuvo cáncer, aunque después se le “esfumara”. Se lo comenzaron a descubrir un 2 de Febrero de 1984 con una ecografía que reveló una masa oviodea de 2.5×3.1 cm en la región ovárica izquierda. El 27 de Febrero de ese año otra ecografía mostró que esa masa crecía y llegaba a los 4×2.7 y x2.8 cm para terminar el 12 de Junio en 5.3×4.5 y x4.3 cms. El 9 de Julio se deciden por la primera operación; una laparotomía abdominal, donde se le extirpó una masa parcialmente quística y sólida del ovario izquierdo. Se le extirpó también el epiplón que era normal. El examen histológico reveló la presencia de un carcinoma endometroide tipo seroso; tumor grado 1 a grado 2. Con los meses el cáncer continuaría su camino lento y solapado pese a que se conversaba apenas. En Agosto de ese año la ecografía y el scanner fueron normales, pero fue solo una primavera breve porque el 17 de Octubre le encontraron una imagen negativa de 2.1 x 1.6 cm en la región del parametrio derecho. En Diciembre de ese año, como muestra la carta de mi padre en Autoficción 24, no se hablaba mucho del tema, la procesión iba por dentro, sigilosamente guardada para no preocupar, para no despertar alarmas. Él simplemente cuenta que “…..la mamá en general bien de salud”, pero nada más. El 5 de Enero del 85 la masa crecía vigorosamente y mostraba un dimensión de 3.2×2.2 cm. El 9 de Febrero se deciden por una segunda operación, una segunda laparotomía, donde le extirparon un tumor de 3×2 cms en la región anexial derecha. El examen histológico reveló un ganglio con caracteres de cisto adeno carcinoma con intensa actividad mitótica, y sin compromiso periganglionar. Al parecer ahí comenzaron las deliberaciones y juntas médicas que mi madre describe tan bien en la carta que muestro en esta nota. Después de muchas reuniones, el 16 de Febrero se inició el tratamiento de quimioterapia con cisplatium y endoxan, seguido de otro el 16 de Marzo. El 10 de Abril una ecografía revelaba la reproducción del tumor (de 2.1×1.9 cm) en la región anexial derecha. El 20 de Abril mi madre decide suspender definitivamente la quimioterapia en vista a las tremendas molestias que sentía. Sufría mucho con el tratamiento y daba la impresión que este no era eficaz porque la reproducción del tumor seguía un curso inexorable. Los sufrimientos, vómitos, pérdida del pelo, dolores neuríticos eran tan intensos que ella decide terminar con el tratamiento. También se le agudiza el olfato….

…..es espantoso oler el calor de la gente”.

El Dr. Gutiérrez, alarmado, la visita y le pide casi al borde de las lágrimas que por favor continúe, que es indispensable…….

“……Gutiérrez, cuando supo que no me haría más tratamiento, vino a verme (él ya lloraba)…..”

Al final, ya casi derrotado, el médico le dice que ella no estaba capacitada para decidir, y que tiene que ver a un siquiatra porque sufre de una depresión escondida. Y todo eso ocurría……

“….mientras Juan al lado se dormía los cuatro hipnopen que se había tomado a mediodía (fármaco para inducir el sueño en las personas que sufren de insomnio), después de tirar su plato con comida sobre la mesa…..”

Para convencerla, le presentan a una sobreviviente al cáncer y a las quimioterapias, pero sin buenos resultados…..

“……escucharla me horrorizó. Su cuerpo era una sola moretoneada. Aún no puede salir en auto por falta de fuerzas.”

 

Desde ese momento y después de esas reuniones, mi madre se defiende y sale a reclutar aliados. La ayudaron sus amigos, como el cura jesuita Fernando Montes y un psiquiatra, el Dr. Francisco Huneus Cox, del Taller Gestáltico al que ella había asistido meses antes. Ellos la defendieron y le encontraron toda la razón. En particular Fernando Montes fue bien efectivo al concertar una reunión con mi padre. Desde ese momento algo cambió en él porque comenzó a aceptar los motivos de mi madre para no seguir con ese tratamiento.

Al llegar a esta etapa donde todo se veía oscuro y sin salida, mi madre se decide por la vitamina C para combatir su cáncer. Siguiendo las recomendaciones promovidas por Linus Pauling (Executive Health, Vol XIX, Number 4, January 1983), premio Nobel de Química y de la Paz. Está demás decir que siendo Linus Pauling un químico de extraordinaria solidez (aunque no fuera médico) apoyé a mi madre pese a que yo no entendía nada del tema. Poco tiempo antes había estudiado química usando el libro de Linus Pauling, eso sería todo, titulado “La Naturaleza del Enlace Químico” (o The Nature of the Chemical Bond). Mi madre primero comenzó su tratamiento con 10 gramos diarios hasta llegar lentamente hasta los 60 y 80 gramos diarios, o hasta el límite de la diarrea. El tratamiento también incluía tres comprimidos diarios de lisado de corazón. Milagrosamente, el 11 de Junio, solo dos meses después de esa ecografía que mostraba un crecimiento, un nuevo examen revelaba que el tumor que existía antes había desaparecido por completo. Se repitió el examen el primero de octubre y nuevamente reveló la total ausencia del tumor en las regiones anexiales y en el resto del abdomen. Ecografía normal, sedimentación y hemograma normal junto al cintigrama óseo normal. ¿Qué había sucedido? ¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue posible que se curara ingiriendo únicamente vitamina C como tratamiento? Las incógnitas continúan y con los años se han convertido en una gran leyenda. Tú madre nunca tuvo cáncer, Cristián, me han insinuado; fueron ilusiones. Ella se buscaba enfermedades hasta que se las encontraba, era buena para eso, buena para encontrarse enfermedades. Esos eran los comentarios que uno escuchaba repetidamente. Por eso he tratado de mostrar cronológicamente la historia clínica de ella, y que mi padre me mandó en una carta fechada un 7 de Noviembre del año 85 para que consultara con Linus Pauling. Claramente mi madre tuvo cáncer, así lo atestiguan los médicos que la trataron y los exámenes a los que se sometió. Lo curioso, lo tremendamente misterioso, es que después del “tratamiento” a base de grandes dosis de vitamina C, el cáncer simplemente se esfumó. A partir de ahí, Linus Pauling pasó a ser, además de premio Nobel de Química y de la Paz, un personaje extraordinario en mi familia.

Como se puede ver, los años ochenta fueron años turbulentos, de grandes cambios y protestas sociales en el país, y también una década de incertidumbres médicas que remecieron a mi familia.

La carta de mi madre que incluyo más abajo, me llegó sin fecha, pero incluye el examen ecográfico que tiene fecha del 10 de Abril del año 85. Es decir, pudo haberla escrito a los pocos días del examen ecográfico que mostraba un cáncer recurrente después de dos sesiones de quimioterapia. Basado en el resultado de ese examen ella decidió suspender el tratamiento.

Mi hermano, Gonzalo, parece que había dejado el trabajo en la pesquera para comenzar algo en la Unicef. Aquí va la carta:

 

Probablemente escrita después del 10 de Abril de 1985

Cristiacito querido

Sé que entiendes por qué no te he escrito a ti ni a nadie. Después de la primera operación, cuando todo parecía ir bien hasta Octubre del año pasado, la ecografía mostró algo como una cicatriz, que al mes ya era tejido más denso y de unos 11 mm. Cada quince días la ecografía mostraba más milimetros de crecimiento. Por si fuera simple tejido ovárico quístico, me recetaron esa droga que tomaba en Cleveland y que me hizo mal. A fines de Febrero, de compras en un Jumbo, me dolió la cadera al caminar, entonces llamé al Dr. Crisosto (quien me operó muy bien en Julio del año pasado) para que adelantara la operación ya programada para Marzo. Esta vez él eligió un cirujano oncólogo y él se puso de ayudante. Por Juan supe que esperaban encontrar racimos de cáncer….Fue una abertura de arriba abajo, contorneando el ombligo. Registraron órgano por órgano y encontraron todo sano. Entre las adherencias, que estoy llena por las operaciones, llegaron a la zona donde se esperaba encontrar el quiste, de menos de 3 cm, creo, y bien encapsulado estaba el ganglio maligno. No me gustó el anestesista porque me llevó despierta al pabellón, así que le di harto trabajo por mis bajas de presión. Al anestesista le pedí me llevara dormida con calmantes al pabellón como hizo el medico en la operación anterior. Le tengo terror a las luces del pabellón y me paralizo por eso. Juan estuvo siempre conmigo controlando todo. A los cinco días de operada, ya de vuelta en casa, llamé al hijo de una prima, el Dr. Jorge Gutiérrez Correa que me lo habían recomendado mucho porque además de dirigir la quimioterapia él personalmente hace los exámenes de sangre de control, y eso me daba más seguridad. Apenas lo conocía. Cuando él tenía 18 años vino con sus padres desde Concepción cuando tú tendrías dos años. Recuerdo haberlos llevado al San Cristóbal y a la clásica Tour por Santiago. Este médico dijo que había que hacer la quimioterapia lo más pronto posible, así que a los ocho días estaba de nuevo en la Clínica las Condes. Empezaron a las nueve de la mañana con suero y drogas, hasta las once de la noche, y continuaron con suero porque tenía un poco de arritmia (debido a que meten cosas para el buen funcionamiento de los riñones y me desaguaba demasiado). Los días siguientes fueron igualmente espantosos en medio de vómitos y mareos. Lo que hacía soportable tanto sufrimiento era la presencia tierna y solícita de Juan, siempre inventando algo que yo retuviera en el estómago. Es de los más complicado vomitar con la guatita entera cosida….la cuarta semana fue más o menos decente, y me sometí por segunda vez a la quimioterapia. A pesar de ya no estar recién operada fue más espantosa que la primera vez. TODO MI ORGANISMO RECHAZABA TODO. Me duele escribirlo porque casi es como vivirlo de nuevo. Para el terremoto yo estaba sola en la casa (Juan había ido por un rato a la Clínica Indisa) y corrí a la calle en segundos (minutos más tardes llegaron Alvarito-hermano menor- y Juan). Para el segundo temblor grande, tres semanas después de la segunda quimioterapia, apenas podía bajar las escaleras; detrás venían Juan y Mónica (hermana). Después de la quimioterapia no soportaba ruidos (me dolían en la cabeza) ni tampoco los olores. Es espantoso oler el calor de la gente. Con la segunda quimioterapia yo era una bestia acosada, cualquier contacto físico me aterrorizaba. El Dr. Gutiérrez me contó que al él se lo explicó un siquiatra como exceso de sufrimiento por la quimioterapia y la enfermedad misma. Pero por sobre todo, Cristiancito querido, si he dejado la quimioterapia, no ha sido tanto por el sufrimiento, sino por la certeza interior, corroborada por la ecografía que te acompaño. Este es un cáncer muy maligno (tengo un lupus sistémico, suave pero antiguo). Soy como un saco de papas con las fibras gastadas…. Es difícil zurcir en un mal tejido. Pero por sobre todo, quiero tener una vida normal mientras pueda, y una muerte armoniosa, según la voluntad de Dios. Es bien simple, sólo el 34 o 36% del cáncer ovárico tiene mejoría.

Aquí en casa hubo una junta con el Dr. Kleimann, el más famoso cancerólogo de Santiago, y Gutiérrez (su alumno) y Juan. Se habló pan pan, vino vino. Después de seis quimioterapias, se hace otra laparotomía (un tercio ya no tiene cáncer). Si no me hacía esa operación eran tres o cuatro quimioterapias más, y después nada más, ya sea que esté bien o mal, porque el organismo no lo resiste. El Dr. Kleimann tiene otro sistema donde pone dos drogas durante la quimioterapia, y a los tres días comienza a dar otro medicamento por vía oral y que produce neuritis y falta de fuerzas hasta para tomar un libro. Con ese tratamiento, que duraría dos años, también se hace al final una laparotomía. Para convencerme, enviaron acá una señora que pasó por esos dos años y se consideraba sana a los ocho días de su laparotomía (tiene que controlarse cada dos meses). Escucharla me horrorizó. Su cuerpo era una sola moretoneada. Aún no puede salir en auto por falta de fuerzas. Después de la junta con Kleimann, Juan se veía tan desmoronado como los médicos. Gutiérrez, cuando supo que no me haría más tratamiento, vino a verme (él ya lloraba), mientras Juan al lado se dormía los cuatro hipnopen que se había tomado a mediodía (fármaco para inducir el sueño en las personas que sufren de insomnio), después de tirar su plato con comida sobre la mesa…..Total que Gutiérrez quedó convencido de que yo necesitaba un siquiatra porque tendría una depresión escondida y no estaba en condiciones de decidir sobre mi misma. Al más puro estilo nazi…..Sólo la confianza de que me asiste el derecho y la razón me han mantenido serena. Quiero vivir en paz lo que Dios quiera. Entonces, ya que se sería necesario un siquiatra, no iba a estar utilizando a la señora sicóloga que ayuda a todos los enfermos con esta quimioterapia….llamé al Dr. Francisco Huneus Cox, a quien conocía por haber ido a su Taller Gestáltico. Para mi asombro, aquí en mi pieza, y después de escucharme, me encontró toda la razón.

Sé que de esto no se sana, lo que trato es de “negociar” mi vida. Gozar cada día el estar viva. Ya Gutiérrez me explicó con lujo de detalles la horrorosa muerte que me espera. Ya la viviré cuando sea, pero no me voy a deleitar en esos pensamientos.

La tarde en que vino la señora tratada por Kleimann con 24 quimioterapias salí en auto horrorizada por la insistencia de Juan a que me hiciera la quimioterapia….y me topé en el San Ignacio de Pocuro con Fernando Montes y le conté el problema. Me encontró toda la razón también (lo mismo que el doctor Jalil) a mi derecho a decidir no tratarme por los medios en boga. Llamó a Juan y lo citó a su oficina. Está ahora rector del San Ignacio, antes era provincial. No sé que han hablado, pero desde ese día Juan está contento, sereno como yo. Estoy siguiendo un tratamiento con un fisiatra (pura vitamina C). Conozco una señora, a la que cerraron al abrirla, por un tumor maligno al hígado. Empezó a tomar 60 gramos al día de vitamina C por un año. Le hicieron una laparotomía ahora, y su tumor está seco. Te envío el trabajo (de Linus Pauling) por el que ella se guía, y está viva y sana.

¿Comprendes ahora por qué no le he escrito a nadie? Aún cuando Albertito (hermano) me ha escrito cartas amorosas? Cuando supo por ti que no seguiría con la quicio, me llamó para que me la fuera a hacer a Bielefeld, pero no quiero esas traumatizantes sesiones y las semanas siguientes hasta la próxima. Desde lo más profundo sé que viviré más y mejor, a mi estilo.

Llegó tu carta, te entiendo perfectamente. Yo pensaba como tú cuando veía a Juan Albertito en esos viajes relámpagos, pero desde que pasé en su casa dos meses en el año 83, lo entendí. Vive en una angustia y un control de si mismo que yo admiro. Ha tenido que endurecerse para sobrevivir. Los Luchos y González son un sedante para un mejor pasar. La serenidad de los Luchos y González serenan a Juan Alberto. Siento que tenga que vender sus cosas, pero quien las podría traer. Está todo muy controlado por las donaciones con motivo del terremoto. Quien decide que se hace con las cosas es Aída, solo Aída, y muchas de las cosas que tienen les han sido dadas o vendidos por otros….allá todos se prestan y se dan…Siento un juego de loza pintados a mano, para cuatro personas que compré en Mallorca….y las sábanas de Mallorca, pero entiendo a Aída quien le teme tanto a la falta de plata.

Hay algo que modifica totalmente la actitud ante la vida y es el haberla elegido o haber sido obligado. La gran diferencia entre tú y Alberto es que él no eligió Alemania.

A Juan Alberto le tiritaba el cuerpo de felicidad cuando en Alemania el scanner que me hicieron fue negativo. Ahí supe que me quería….

El argentino que conocí en Bielefeld trabajaba en productos farmacéuticos. Físicamente tenía una figura a lo Fernando Salas, pero mas avejentado y long play. Creo que su mujer es una izquierdista médico, argentina.

Cristiancito los entiendo a todos ustedes en que quieren que continúe con la tortura por si hubiera un porcentaje de posibilidades de curación. Yo también les exigiría lo mismo a ustedes, pero no a tu papá. Él y yo ya tenemos una vida hecha. Juan sabe que si me hice la primera quicio a los ocho días de operada fue por él, pero todo tiene un límite. No es que le tema a la quimioterapia, sino a perder en inútil sufrimiento el resto de mi vida. Como zombie vivía en ese tratamiento, aunque me hiciera ánimo yendo a Viña o saliendo con Juan, no era mi verdad de vida.

Cristiancito lindo, te he ido escribiendo al correr de mis pensamientos. Perdona lo deshilvanado. A cada rato entra Álvaro, o Juan, o llaman por teléfono. Recién me comunican un posible trabajo para Pato (separado de mi hermana Mónica), así que podrían al fin casarse y vivir juntos. Estoy contenta aunque vivamos en medio de toda clase de temblores….trato de no hacerlos problema personal mío. Aunque lo que más duele es ver la destrucción de las casas modestas, sólo los frontis se ven decentes; la miseria se esconde. Sigo haciendo joyas en un taller modestísimo. Las dueñas de casa son viudas de un senador y la otra de un diputado. Viven en Independencia abajo…

Albertito es una personalidad muy compleja. Es extremadamente gentil con la gente que le importa un huevo, y disimula sus sentimientos con los Fierro porque le teme al filo de las burlas de Aída. Y es con ella que comparte lo único que le importa, sus hijos. Siento que en estos diez últimos años no hayan asimilado nada de la cultura alemana, no hayan ampliado sus horizontes intelectuales, síquicos, anímicos, etc., pero, ¿sé yo lo que ellos han vivido, las pobrezas, las soledades, las enfermedades? El tiempo y la buena acogida que encuentre en nosotros irá suavemente volviendo a Juan Alberto a sí mismo. Era demasiado niño, demasiado ingenuo cuando partió. Y es verdad lo que tú piensas: me remuerde haberlo inducido a un idealismo trasnochado.

Rompe esta carta (nunca). Ten la seguridad de que veré tu tercer hijo (tampoco. Nunca. Dos hijas fue lo adecuado) porque viviré mucho, a pesar de los diagnósticos.

Cuando hables con Pilar dale muchos cariños míos. La Oriana (hermana mayor de mi madre) estaba feliz con el pendiente y el brillantito. Pero no me gustan los muy chiquititos, dan un tremendo trabajo al colocarlos, hay que hacerlo con lupa….Hice cinco corazoncitos para regalar a los médicos. Me encanta ver derretirse el oro!!!

Aquí en la casa todos bien, verdaderamente (a la verdad nos acostumbramos). Alvarito (hermano menor) es como tú, tierno y comprensivo. Y Mónica (hermana) alegra mi vida. He pensado mucho en ti, con alegría, por lo bien que lo pasé en Cleveland. Y muy orgullosa por el camino que ustedes dos se van haciendo.

Cristiancito, trata de pensar sobre Juan Alberto como si te llenara la comprensión de Dios. En lo diferentes que puede ser la gente está la riqueza humana.

Te quiero

Ximena

Conocí hace dos años a una italiana. Gonzalo está trabajando en Unicef. Quizás lo mandan a África, está feliz. El marido de mi amiga es el jefe. La guagua de Gonzalo y Anita es amorosa. Están chochos. Como consultor le pagan US $ 500. 1 US$=$170

 

 

La siguiente carta, de mi padre, la escribió el 26 de Marzo, es decir dos días después de la segunda y última quimioterapia de mi madre. Da la impresión que escribió la carta bajo los efectos del hipnopen porque se nota muy medido cuando se refiere a mi madre, como cubriéndolo todo con la frazada de un calmante. Ni menciona los rechazos tremendos que le provocaban las quimioterapias a mi madre, por ejemplo. De seguro no quería preocuparme.

No estoy para análisis sicoanalíticos, eso debería ser tema para otra nota y tratado por un experto verdadero como mi primo Nicolás Correa, un conocedor del tema, pero encuentro curioso cuando mi padre se refiera a mi madre, como “la mamá”, en lugar de “tu mamá”, como si ella también fuera la madre de él, de mi padre, una especie de madre universal y generosa, una “mamamadre” de todos, juntos y revueltos. Pero aquí va su carta, y como siempre sin censuras, como si ya estuviésemos todos muertos, eliminados por una enfermedad tremenda o por los años que ya se quemaron, que ya se nos fueron… “……como un suspiro, mijito, como un suspiro,» como decía mi padre.

 

Santiago, Marzo 24 de 1985

Querido Cristián

Ayer recibimos una carta y una tarjeta tuya. Muchas gracias. Tus llamados telefónicos junto con las cartas han sido motivos importantes para darle animo a la mamá en este periodo. Como tu sabes, la mamá fue operada de un ganglio que salió vecino a la antigua operación; el diagnostico histopatológico mostró que se trataba de un proceso maligno. La mamá accedió hacerse quimioterapia. Debe hacerse 6 sesiones de quimioterapia, una cada mes. La primera sesión se la hizo el 17 de Febrero y la segunda el 16 de Marzo. La reacción es muy importante, se siente terriblemente mal, con vómitos por casi 24 horas. La primera vez la reacción fue aún más importante porque se realizó solo 8 días después de la operación. Ahora sintiéndose mal, de todas maneras la recuperación ha sido más rápida y desde hace dos días está comiendo cada vez mejor. Desde ayer está saliendo a la calle para hacer algunas cosas que le interesan.

Querido Cristián, ¿cómo estás tú? Ojalá que te adaptes este año en Alemania y puedas realizar alguna investigación que te interese y te sirva para tu formación. Tengo la impresión que Alemania no te gusta mucho y que estás muy adaptado a USA y a Cleveland en particular. Nos gustó mucho que Pilar haya podido ir a verte, ojalá que estos viajes no la perjudiquen, el ideal sería que pudiera seguir trabajando en su Tesis desde Alemania. Es importante que ella también se reciba porque así en un futuro próximo no tendrán problemas económicos que son tan importantes en la vida. Tu debes sopesar calmádamente cual es el futuro que más te gusta y te conviene.

Cuéntanos dónde vives, cómo es el departamento, cómo comes, dónde comes, que investigación estás realizando, etc, etc. Mándanos alternativas de números telefónicos y las horas y los días que pudiéramos llamarte. El contacto contigo es muy importante para todos y en especial para la mamá. Estamos muy contentos con tu matrimonio y Pilar parece una magnífica compañera que te acompañará en tu vida privada y “que tira para arriba” en lo profesional. Pensamos que es una excelente alianza; todos tus hermanos la recuerdan con cariño y creo que has hecho una magnifica elección, estamos seguro que serán felices para siempre. Me gusta que hayas ido a ver a Juan Alberto, que se reencuentre a través tuyo con el resto de los hermanos y sus padres.

Juan Albertito ha tenido una juventud terriblemente dura y amarga y muchas de sus actitudes que a uno a primera vista choca, son la consecuencia de haberse tenido que poner muy duro para poder sobrevivir y lograr lo que tiene. Perdona esta carta que parece “receta de cocina”, comparada con las tuyas que son interesantes. Escríbenos contándonos todo tipo de detalles.

Ayer 25 te mandamos el Mercurio completo del día Domingo 23 de Mayo.

Reciban tú y Pilar un cariñoso abrazo y beso de la mamá, los hermanos y mío.

Juan

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