Dulces de colores

Mi hermano me cuenta por email desde Santiago, en Chile, que Eliana Godoy, la poeta mencionada en la nota anterior, siguió escribiendo y editando sus libros artesanales y fotocopiados desde una población en Talcahuano hasta el día que murió. Enrique Lafourcade escribió sobre ella en el Mercurio, el domingo 8 de Octubre del año 2000 donde incluso divulgó su número de teléfono por si alguien la llamaba. Cuenta que escribió 5.455 haikus, pequeños poemas de solo tres versos que fueron su especialidad. Termina su crónica de manera cariñosa dedicándole un haikus:

 

Cae la lluvia

Eliana está escribiendo

Todo está bien.

 

En el The New York Times de hoy día publican una noticia que parece demasiado familiar: Elizabeth Holmes, fundadora de la compañía Theranos, que hace poco llegó a ser evaluada en 9 billones de dólares, finalmente la han culpado de fraude. Desde sus inicios, su negocio tenía todos los ingredientes de un gran fraude, de un esquema de la pirámide en el área tecnológica….. con los años ya puedo olfatear esos esquemas: todo empieza con un buen comunicador al volante de la compañía, alguien que sabe convencer a personajes importantes, y que también sabe conversar con periodistas conocidos que te promuevan en los periódicos y revistas de gran circulación. De ahí para adelante todo se hace más fácil porque este comunicador, después de esa agresiva promoción, finalmente estira el sombrero frente a inversionistas importantes, que asustados, piensan que quedarán atrás, descolocados frente a una nueva Apple en plena gestación que tienen ahí, frente a sus ojos. Así es como este organizador acumula milloncitos (sin mostrar nada contundente), pega su feroz mordisco…… para después, cuando la empresa no resulta, alegar que simplemente fue demasiado optimista, muy agresivo con esas ideas que todavía son presentadas como fabulosas, adelantadas a su tiempo; la culpa es siempre de otro. De ahí saltan hacia el lado, y simplemente encaminan sus pasos hacia una nueva aventura con los bolsillos repletos de dinero. Los organizadores del esquema nunca pierden su dinero. Felizmente a Elizabeth no le resultó tan fácil porque se le pasó la mano; prometió demasiado. Lo estaba haciendo bien: primero cultivó una imagen a la Steve Jobs frente a los medios de comunicación, donde lucía una clásica polera negra. Después no perdió oportunidad como para cultivar una leyenda de empresaria genial, una estudiante legendaria, inteligente, y que tan solo con 19 años de edad había abandonado una promisoria carrera en la Universidad de Stanford para fundar Theranos. Ahí prometió que tan solo con una miserable gotita de sangre, podían detectar todo tipo de enfermedades, desde el sida a la diabetes. No perdió ocasión como para promoverse y producir ruido….. y lo curioso es que los millonarios quedaron tan impresionados con las entrevistas que leían en los periódicos más respetables que varios picaron, picaron y apostaron por Theranos como si visitaran un Casino. Entre los conocidos que pincharon están la familia Walton, dueños de Walmart, el conocido Rupert Murdoch, y la familia de Betsy Devos, actual ministra de educación.

Elizabet fue astuta, cultivó una imagen dinámica, fotogénica, genial, que logró convencer al mismísimo Henry Kissinger, George Schultz y Jimm Mattis, actual ministro de defensa, para que formaran parte del Board of Directors de su compañía. Pero por supuesto su empresa vivía en una realidad alternativa, una realidad tan bien presentada que para muchos fue una realidad completa, hasta el día en que despertaron del gran sueño y descubrieron sus bolsillos repletos de dulces de colores.

…..en el mundo de las baterías ocurre algo parecido.

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