Autoficción 39: Somos como los niños que juegan en el ataúd de sus parientes

Mis gatos acarrean suerte. Bajo al subterráneo de mi casa, mientras Diego y Luca me siguen como en una expedición hacia una selva virgen (este último, el Luca, lo trajo Camila desde Honduras cuando trabajó en el Cuerpo de Paz). Digo que me traen suerte porque juntos logramos encontrar la carta de mi madre que mencioné en autoficción 38. Ahí ella brevemente nos mencionaba una visita a la tierra de sus antepasados, en la región del Maule, un fundo que terminó transformado en un poblado que se llama ahora, Sagrada Familia, vecino a la ciudad de Talca en la comuna de Curicó.

Antes de continuar, creo que es importante recordar que mi madre escribió -sobre todo en la carta incluida en esta autoficción- muy a “vuelo de pájaro”, casi como un “stream of consciousness”, o “flujo de conciencia”, de manera que no debemos ser muy duros para juzgar lo que aquí se lee porque cuando uno escribe de esa manera, lo hace libremente, como si estuviésemos todos muertos, desaparecidos……. como escribía mi querido amigo Ignacio Carrión, ya fallecido (pero que todavía siento que por ahí sigue leyendo, que algo de él todavía lee y vive ahí, en sus diarios, e-mails y relatos).

En los preámbulos mi madre cuenta que no se ha sentido bien, y que por eso ha escrito poco. Es la tremenda incógnita que le impuso el cáncer, donde cada día que pasaba (¿qué sobrevivía?) era aceptado por ella como una concesión, un regalo de alguien, un permiso para vivir:

 

“…..la verdad-verdad es que las adherencias en la guatita me producen dolores y me he pasado la mar de películas sobre la continuación del MALIGNO, hasta que cuando soñé que se me extendía como marea por las tripas….”

 

Recurrentemente se somete a exámenes para cerciorarse de que ese tratamiento, tan poco convencional que ella siguió como fueron las megadosis de vitamina C consumidas diariamente, todavía la protegían, todavía la ayudaban a postergar ese portazo final del “MALDITO”, como lo llamó ella, el cáncer que le habían diagnosticado meses antes pero que misteriosamente se le había escondido en una “remisión espontánea”. Padeció un cáncer que, sana o enferma, como en el juego Pac-Man, nunca la soltó. Es así como después de un buen resultado que le mostraba una ecografía reciente, la noticia fuera interpretada por ella como un valioso ticket para continuar con el festín de la vida:

 

“….llegando a casa, llamé a Juan. Ahora, aunque me moleste la guatita, no me importa. No hay cáncer. Juan dice que en los últimos años él se ha imaginado tener cáncer, esclerosis, descerebramiento, etc, etc. Así que esta imaginación mía es normal….”

 

Como mencionaba en la autoficción anterior, mi madre junto a sus hermanas Oriana y Mónica, sintieron una necesidad imperiosa de mirar y tocar el pasado de ellas. Creo que algo así también me va a ocurrir a mí, una urgencia por recorrer antiguos derroteros, paisajes, playas y roqueríos que me mercaron tanto, como los de Algarrobo, El Quisco y Punta de Tralca. Lo interesante es que en ese viaje hacia el pasado, el de mi madre junto a sus hermanas, descubrieron también secretos de familia que no se sospechaban (para conocer otros secretos por el lado de mi padre, lean los cinco Blogs anteriores titulados: “La Familia…o Secretos de Familia”). Pero volvamos a la región del Maule; en ese viaje las tres hermanas se enteraron de la hija natural de una tía soltera, Amelia Correa, algo que ellas no habían sospechado nunca. Horror de horrores para mi querida tía Oriana, también soltera, y que jamás imaginó un tropiezo así de su tía Amelia:

 

“….mirando leí el bautizo de una hija natural (en 1909 o 10) de Amelia Correa (mi papá tuvo una hermana de ese nombre), así es que la Oriana se enojó mucho, le pareció una calumnia pensar que la tía Amelia, tan buena, hubiera tenido un hijo….”

 

Recorren, redescubren ese territorio antiguo, pero para ellas demasiado nuevo, hasta que:

 

“…en eso llegó el cura, un buen hombre, joven, como para cantarle “Cura de mi Pueblo….” Nos mostró la Iglesia, muy orgulloso de estar cambiando las viejas maderas del entablado de la galería abierta que rodea al jardín, todo muy viejo….”

 

Se reúnen con una antepasada, María Gamboa, que todavía parecía atesorar la vida de esos años:

 

“…esta María Gamboa me contó que su tío, mi abuelo, era estupendo y vivía muy bien, pero no trabajaba nunca, era alérgico a las responsabilidades, y vendió el fundo cuando se cansó.…”

 

Y aquí habría que mencionar que esa opinión concuerda con la que un día me expresó mi padre por carta. Nuevamente –peligro- porque eso hay que leerlo como lo leen los muertos, sin gritar, sin ofenderse, o como si ya estuviéramos todos en el infierno donde nadie se enoja porque están todos enojados:

 

“…..en tu última carta haces preguntas precisas sobre tu abuelo, Augusto. Desconozco si tu mamá te va a contestar, pero de todas maneras yo quiero darte mis impresiones sobre él. A lo mejor son injustas, pero te lo cuento simplemente como yo lo creí vivir. Don Augusto nació en Talca o Curicó, pero no se sabe con certeza cual fue la ciudad porque en esa época no había Registro Civil y las inscripciones o nacimiento se hacían en la parroquia o Iglesia cercana que la familia escogía como más apropiada. El fue inscrito como Augusto Correa Urzúa y tuvo once hermanos, uno de los cuales fue sordomudo y con el cual Don Augusto se entendía muy bien.

            Tu abuelo fue una buena persona, y creo que conscientemente no le hizo daño a nadie; pero de la misma manera tampoco le hizo el bien a muchas personas. El tuvo muchos hijos naturales, y así es como Curicó y Talca están sembrados de huachos que llevan el apellido Correa. Se parecen entre sí, y además de llevar el mismo apellido todos tienen la particularidad de ser blancuchentos, tontorrones, y de no trabajarle un día a nadie. Como eran personas adineradas y de la sociedad de ese entonces, al casarme con tu mamá, no heredé un peso, pero si heredé la aristocracia que ellos pretendían tener…… aunque me hubiera gustado mucho más heredar algo de esa fortuna. Cuando uno de sus hermanos estaba en edad de estudiar, lo mandaban a Santiago y financiaban su estadía vendiendo un fundo cada año. Al final nunca exhibían certificado o título de Universidad alguna, y la carrera se prolongaba hasta que sus padres simplemente se aburrían y perdían las esperanzas. Esto se tradujo en que ninguno de ellos llegó a ser un profesional, y así fueron empobreciendo a la familia entera. Don Augusto, por supuesto, no estudió ninguna carrera universitaria y solo asistió algunos años al colegio lo que le permitió ingresar a la empresa de Ferrocarriles del Estado. Ahí jamás alcanzó un puesto de importancia, y después de muchos años jubiló pobre y sin dinero. Como era aficionado a las carreras de caballos la poca plata que le dieron de desahucio la perdió y lo que le quedaba se la robó un juez de toda confianza y amigo de la familia. El le había prestado el dinero bajo palabra de honor, y con la promesa de devolverlo con un interés importante. Por supuesto, ese compromiso de palabra nunca se cumplió y el prestigioso juez falleció sin devolverle un peso a nadie. Dada la precaria situación económica, como tú lo sabes, la mamá se trasladó a vivir a una galería de la calle Siglo XX donde la conocí. Después de un tiempo nos casamos y vivimos con ellos durante algunos meses. De allí nosotros nos trasladamos a la El Bosque y después a la avenida Suecia, lugar donde nacieron la mayoría de tus hermanos. En realidad no nacieron en la casa, sino que en la Clínica Santa María, de acuerdo con mi status de aristócrata. El único que no nació en esa Clínica sino en el Hospital Salvador y en una pieza fue Alberto. Esa decisión fue tomada porque el doctor Tisné atendía en ese Hospital y me dijo que no me iba a cobrar y nosotros por nuestra situación económica quisimos aparecer modestos y pagamos por una pieza fea, con ratones, baratas, catre despintado y muros rayados con frases de enfermas que habían estado ahí, aunque escritos sin obscenidades. Eso para nosotros era suficiente….”

 

 

Lo interesante es que estos antiguos familiares le “conocían la historia” a mi madre, y mientras la atendían y conversaban y le ofrecían cafecito, parecían leerle también unas notas que habían tomado a lo largo de los años, como su afiliación política, por ejemplo:

 

“…también que son ultra derechistas y ellos saben más de nosotros que nosotros mismos. Parece que como yo salí en los diarios cuando fui al sur con Olaya, durante la campaña de Tomic, resulto medio culpable del allendismo….”

 

Recorren el cementerio y tratan de redescubrir ese paisaje que ya se había terminado. A lo mejor fue como otra manera de escribir:

 

“…el cementerio era parecido al del Totoral, con un solo Mausoleo, y con solo un hoyo en el centro. El cuidador dijo que un tal Filo o Fito, o algo así, vendía las lápidas y los cajones finos y nos mostró un huesario en el hoyo del mausoleo tapado con tablones. Era todo tan triste que no me acerqué a husmear….”

 

Y parecen defenderse de los bandoleros:

 

“…mi papá contaba que por detrás de la casa corría un canal donde los metían al agua cuando los bandidos asaltaban el fundo (para que los ladrones no los vieran. También enterraban la platería)….”

 

Y regresa hacia el presente con algo de remordimiento:

 

“…lo que más sentí fue ir al sur con veinte años de atraso. Oriana me contó que una vez el papá tomó el tren al sur, y cuando llegó, llovía en la estación y tomó el tren de vuelta…”

 

Creo que a todos nos sucede o nos sucederá algo parecido. Siempre llegamos o llegaremos a un punto donde tratamos de penetrar nuevamente en el pasado nuestro……para terminar tomando, rápidamente, “el tren de vuelta”. Los recuerdos a veces nos asustan, porque son demasiado subjetivos, y morfan, cambian de dirección, de apellidos, se visten de colores diferentes y nos destruyen esa imagen que guardábamos como algo tan preciado.

Nos habla de Chile y lo que sucedía en ese entonces durante las protestas contra Pinochet:

 

“…somos como los niños que juegan en el ataúd de sus parientes. Parece que más les duelen en el extranjero las atrocidades. Aquí, hasta la familia pone cara para la TV y se sienten héroes del pariente muerto….como explicarte, es difícil, hay que vivirlo. Me amarga la indiferencia. Ayer un chiquillo me contaba sobre los quemados (emblemático caso de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas, quemados durante las protestas contra Pinochet. Rojas era fotógrafo y murió a los pocos días), diciendo que había sido la estupidez de un milico que les empezó a pegar…”

 

Y de manera muy auténtica nos habla de las feministas, el grupo que ella frecuentaba, pero en puntillas, a veces con alarma:

 

“….en la reunión del sábado cantaron a la hora del almuerzo con guitarra unas mujeres bien modestas unos cantos bien llorones. Una decía que trabajaban en la fábrica, después en la casa, y en la noche el marido las quería bien despiertas. El canto se llamaba: Cuando Soñar es un Lujo. Y sin embargo, a pesar de lo triste de la canción, se reían a gritos al aplaudir…”

 

Y claro, sale a colación el padre Renato Poblete, ya fallecido, pero actualmente acusado de abusos sexuales bien perversos. Ese año pasó un tiempo en la Clínica de la Católica por un problema al corazón:

 

“…escríbele si quieres al padre Renato Poblete, estuvo más de dos semanas en tratamiento intensivo en la Clínica de la Católica. Le pusieron dos válvulas en el corazón. Pasó un mes en el hospital, ahora está con un hermano. Lo vi en la Clínica, flaco, transparente, puro ojos. Escríbele. Son tan solos cuando ya no son útiles a los demás. Se tratan como herramientas humanas…”

 

Y continúa con su análisis de Chile en general:

 

“…somos indios, tenemos la indiferencia de los indios. En el pueblo, tener un pariente uniformado da status, nos gustan los oropeles del uniforme….”

 

Ya casi terminamos. Se acaban estos filtros para toparnos con ese flujo de su inconsciente. Pero antes, otro poco sobre el escritor Guillermo Blanco:

 

“…en el Taller de Guillermo Blanco tú serías rey. Somos un grupito de 8 muertos de frío. Ayer llegué como chupete helado del taller…”

 

Felizmente nunca fui escritor. No tuve que pasar hambre o las indignidades que parecen ser el caldo de cultivo de ese arte tan noble.

Y llegamos a su carta:

 

 

Stgo 15 de Julio de 1986

 Cristiancito amor

 Hasta he olvidado como se escribe y se usa esta máquina….ya ni papel de cartas tengo, quizás a quien se lo he dado.

 Estos últimos meses han sido fregados….la vitamina C arrasa con todos los otros nutrientes y me deja muy cansada. Por eso no he escrito nada, además que la mejor hora para escribir es cuando no hay nadie, y eso es de 9 a 1, justo las horas en que me levanto y salgo a c.a.m.i.n.a.r, así de lento. Al principio me camino unas 12 a quince cuadras, dejo el auto estacionado en Plaza Lyon y bajo y subo por Providencia, sin comprar nada para no cargar paquetes. Es medio peligroso caminar por calles menos concurridas porque arrancan con la cartera. Algunos Sábados y Domingos por la mañana, llevo los niños de Juan Alberto al Parque Intercomunal de La Reina donde hay caballitos, un tren chico y varias hectáreas de terreno con árboles y caminos para correr. Creo que es indispensable el ejercicio para evitar la osteoporosis, además se robustecen los músculos…..pero la verdad-verdad es que las adherencias en la guatita me producen dolores y me he pasado la mar de películas sobre la continuación del MALIGNO, hasta que cuando soñé que se me extendía como marea por las tripas, pedí hora donde el ecografista, y el Jueves de la semana pasada fui solita a hacérmela. Tuve que estacionar a cuatro cuadras del lugar, el Centro Ecográfico está en Providencia con el Canal y me estacioné por Lota, ya que en las cercanías del Metro estacionan muchos autos. Me costó caminar con la guatita llena de agua, hay que tomarse litros y medio y no hacer pipí dos horas antes. Quise ir sola para evitar la tensión de los días anteriores y durante la revisión, porque el Dr. Leal me mira desde la aorta, pasando por cada presa, hasta el hígado y páncreas y todo normal. Al tiro, llegando a casa, llamé a Juan. Ahora aunque me moleste la guatita no me importa. No hay cáncer. Juan dice que en los últimos años él se ha imaginado tener cáncer, esclerosis, descerebramiento, etc, etc. Así que esta imaginación mía es normal.

 Lo primero que te he contado es de enfermedades, a veces pienso que sería mejor no saber tanto para vivir más despreocupada, claro que si no me hubiera tratado de documentar, ya estaría enterrada. Es difícil olvidarse de uno misma cuando el lugar que molesta ocupa, sin quererlo una, toda la mente …así es que perdona esta larga explicación porque he pasado dos meses casi segura de estar de nuevo enferma. Resulta que al bajar a diez gramos diarios de vitamina C, me han vuelto las molestias del lupito. Cuando no es la guatita, es el oído y/o garganta y la piel, en fin, que trato de contraatacar haciendo ejercicio físico. Me he tejido un chaleco para mí, otro para Juan, otro a Mónica, más uno sin mangas, un pantalón y chaleco tejidos a Francisca…etc., así vacío mi miedo. Parezco una bruja, teje que teje, para no pensar….pero ya terminé. Estoy tejiéndome una polera.

 No puedo encontrar tu carta en que preguntas detalles sobre el viaje al sur, debe estar en Indisa. Fue bueno ir al sur con Mónica (hermana de ella) y Oriana (hermana mayor). Viajar con Mónica fue encantador, todo le parece una agradable aventura, pero mi otra hermana es agotadora. Critica como manejo, el plato que ella pide en el restorán siempre es el más malo…solo ve el lado maldito de la vida…pero algunas veces estuvo francamente feliz, y eso para mi valió el viaje. Quien faltó fue mi papá. Ir a ver lugares que él conoció, es como imaginarse un vestido sin dibujo. El pueblo Sagrada Familia es limpio y modesto, calles rectas con una plaza al centro con árboles y palmeras y la Iglesia. Detrás de la Iglesia corre un canal y más atrás el cementerio. En una foto antigua estaba mi papá, un hermano y mi abuela en un patio con pilares y plantas. Ese debe ser ahora el patio de la Iglesia. Lo reconozco porque es hundido como en la foto. Me explico. La puerta de la Iglesia estaba cerrada, subimos unos peldaños altos para ver al cura en su oficina. Como no estaba nos dedicamos a ver los libros de nacimientos y muertes y bautizos. Los anteriores a 1908 están centralizados en Talca o Curicó, no recuerdo bien. Mirando leí el bautizo de una hija natural (en 1909 o 10) de Amelia Correa (mi papá tuvo una hermana de ese nombre), así es que la Oriana se enojó mucho, le pareció una calumnia pensar que la tía Amelia, tan buena, hubiera tenido un hijo….en eso llegó el cura, un buen hombre, joven, como para cantarle “Cura de mi Pueblo….” Nos mostró la Iglesia, muy orgulloso de estar cambiando las viejas maderas del entablado de la galería abierta que rodea al jardín, todo muy viejo. Creo que la Iglesia es posterior a cuando mi abuelo vendió el fundo en 1911. No pudimos ver las piezas que rodean el jardín, creo debe haber sido la casa del fundo, porque mi papá contaba que por detrás de la casa corría un canal donde los metían al agua cuando los bandidos asaltaban el fundo (para que los ladrones no los vieran. También enterraban la platería). Vi después el canal de aguas tranquilas con sauces como para bañarse en el verano. Creo que esa era la casa del fundo y la plaza, su parque. Al otro lado de la Iglesia está el camino al cementerio. La María Gamboa, prima del papá cuyo marido, un señor Baquedano (se suicidó) quiso matarla a ella y sus dos niñitas (son más o menos de mi edad. Las conocía cuando chicas, ahora casadas con nietos). Esta María Gamboa me contó que su tío, mi abuelo, era estupendo y vivía muy bien, pero no trabajaba nunca, era alérgico a las responsabilidades, y vendió el fundo cuando se cansó. No recordaba en cual Iglesia lo enterraron. El cementerio era parecido al del Totoral, con un solo Mausoleo, y con solo un hoyo en el centro. El cuidador dijo que un tal Filo o Fito, o algo así, vendía las lápidas y los cajones finos y nos mostró un huesario en el hoyo del mausoleo tapado con tablones. Era todo tan triste que no me acerqué a husmear. No sé los nombres de loa árboles, pero todo el lugar era fresco y sereno.

 El tiempo pasa y lo borra todo. Me recordé el sitio en que estuvo la casa de mi abuelo Ramírez. Arrendada para el liceo de Quilpué. Se quemó como pronosticaba mi madre que pasaría, para transformarla en calle. Todos los jardines rodeados de ladrillos habían desaparecido, solo quedaba a un costado la gran palmera y por ahí dos ciruelos, uno que daba ciruelas blancas y el otro rojas. De los parrones no quedaba nada, eran veredas peladas. De la gran casa, nada, nada, ni siquiera los desniveles del terreno que era lo que más me gustaba, con caminos y arcos de palitos blancos con rosas trepadoras. Algo de Alemania tenía Quilpué, una imitación de los jardines berlineses.

 Volviendo al viaje al sur. La Iglesia (hoy completamente destruida después del terremoto del 2010) donde tendría que estar la virgen con el pelo de mi abuela, estaba destruida, portones cerrados, sin techo, y por lo ventanales se divisaban las pinturas claras de las paredes. Con esa prima del papá (María Gamboa), muy viejita, fuimos al fundo de los Gamboa. Uno de estos primos es alcalde, otro administra el fundo de ellos, porque el primo de mi papá, su padre, está semiparalizado. No estuvo muy simpático de que su tía viviera en Talca y no en Santiago con sus hijas….también que son ultra derechistas y ellos saben más de nosotros que nosotros mismos. Parece que como yo salí en los diarios cuando fui al sur con Olaya, durante la campaña de Tomic, resulto medio culpable del allendismo. Había otra señora muy dije, su madre, y otra hija separada con varios hijos que iba a dejar y a buscar al colegio en Talca (camino infernal de piedras y calaminas, más de 50 minutos así). También ellos se encargaron toda la vida de un hermano sordomudo de mi papá, Máximo, y lo querían mucho. Además parece que mi papá debió haber sido más modesto –viviendo de su jubilación- y sin embargo hablando siempre de sus hijos, yernos y nietos, tan estudiosos. Y allá sólo cuentan las hectáreas de tierra y ser derechista. Lo que más sentí fue ir al sur con veinte años de atraso. Oriana (hermana mayor) me contó que una vez el papá tomó el tren al sur, y cuando llegó, llovía en la estación y tomó el tren de vuelta.

 Ayer estuve buscando libros sobre árboles. Sé que Enrique Lafourcade los usa para nombrarlos apropiadamente. No encontré, pero hoy iré a otra librería, si está te lo enviaré. Es verdad lo que dice el siquiatra Fco. Huneus, que la muerte es la indeferenciación. Al morir la gente, casas, cosas, se van identificando con lo que les rodea, se vuelven iguales al entorno, alimentos para animales y vegetales….

 Y ahora quiero arrancar del pasado, de esas gentes solo quedo yo, tú, y lo que tu dejas a tu vez. La mirada de Juan está en la niña de Gonzalo (mi hermano). La Francisca, de Alberto (mi hermano mayor), mira y ríe igual a su padre. Gonzalito (hermano que ahora vive en Canadá) tiene los mismos gestos de mi tío Custodio y su autoritarismo. Al que he ido entendiendo más es a Juan Alberto, y él a mí, creo. Nos parecemos mucho. No podemos demostrarnos débiles, preferimos parecer sobre-suficientes y herimos con eso. Por ejemplo el otro día llegó Gonzalo rabioso de no tener plata, y yo en lugar de mostrarme compasiva le dije que el se había creado la vida que llevaba. Es verdad, se alejó a una vida superficial en la universidad, y la de aquí, ahora, no la acepta….Ahora está postulando irse a Canadá. En la embajada le dijeron que podía irse una vez que Anita tenga su segunda guagua en Enero, por las radiografías que tienen que tomarle. Me asusta pensar cómo se las arreglarán con dos guaguas, sin hablar inglés…y con nieve. Me tinca que Anita tomará un avión directo a Frutillar (la tierra de su padre, los Kuschel) cuando se vea entre cuatro paredes y dos guaguas. Pero la vida es una aventura, y no hay que poner neblina en el camino de nadie, así es que no opino. Hoy, mejor dicho, ayer, Anita despidió a la empleada que ya estaba muy floja, y sobre todo porque encontraron en la basura un bistec crudo…..si no encuentra empleada luego, me tinca que se va de vacaciones al sur. Aquí vienen todos los días Mónica y Pato (que parece les sale un “pololo” en Curicó). A Gonzalo y Anita no me atrevo a invitarlos a almorzar porque son terriblemente puntillosos con la niña y la Guille tiene poca paciencia y no le gusta que entren a la cocina.

 Mi hija Mónica me alegra la vida, salimos a caminar y mirar vitrinas. Siento cuanto le gustaría tener guagua, y a mí también. Me encantan los nietos. Gonzalo se asusta hasta de que balancee a la niña en la mecedora…pero lo hago nomás. Lo entiendo, yo era peor de desconfiada que él. Ahora me da pena pensar en los tres niños de Juan Alberto, solos, con una empleada chillona, y de vacaciones en su casa. Algunos días los voy a buscar temprano, y gozan tendidos en mi cama viendo TV y comiendo lo que quieran, sándwiches de carne con tomate, yogurt y jugos. Pero Juan se angustia y se pone celoso de que ocupen su cama. A Juan le gusta la casa silenciosa y a mí con él solo. Quizás esta semana a Aída (esposa de Juan Alberto) le tomen el último examen (para su título de médico). Tiene ganas de pasar un tiempo tranquila en su casa con sus hijos. Quizás tome dos o tres horas de trabajo a la semana, pobre chiquilla, más de dos horas diarias de micro porque el auto lo usa Juan Alberto para ir a dejar y buscar los niños al colegio. Aída sale antes de las ocho, come un sándwich a mediodía y hasta las 6 de la tarde….y más micros.

 Y ya te he contado largo del presente familiar, ahora voy a lo que me amarga, y me amarga porque nos estamos volviendo indiferentes a todo. Somos como los niños que juegan en el ataúd de sus parientes. Parece que más les duelen en el extranjero las atrocidades. Aquí, hasta la familia pone cara para la TV y se sienten héroes del pariente muerto….como explicarte, es difícil, hay que vivirlo. Me amarga la indiferencia. Ayer un chiquillo me contaba sobre los quemados (emblemático caso de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas, quemados durante las protestas contra Pinochet. Rojas era fotógrafo y murió a los pocos días), diciendo que había sido la estupidez de un milico que les empezó a pegar. Otro les tiró gasolina sin pensarlo mucho, y entre todos lo apagaron y se armó la gresca porque llegó otro camión con más milicos que se pelearon por la brutalidad, y después decidieron entre todos dejarlos en Quilicura….pero me lo contaba con indiferencia, más interesado entre los que peleaban entre ellos que de los pobres chicos quemados….

 Lo más grave en Chile es lo económico, y no sé que remedio tenga. Es brutal la deuda externa. En los ríos la gente trata de sacar oro como en el año 1700. En cada esquina venden cualquier cosa, parches curita, naranjas, manzanas o chocolates. Casi no hay calle de Santiago sin un cuidador de autos. La Guille se lleva de todo lo que puede, y yo me hago la lesa. Tiene que alimentar dos niñitas con sus quince mil pesos al mes, pagando 5 mil por dos piezas, y sin embargo está contenta. El sábado fui a una reunión de las feministas. Está presa Antonieta Saa por ser de las firmantes del Comité de la Civilidad. Es representante de las Mujeres por la Vida, agrupación de mujeres de su casa, la mayoría. Y ahí mismo hasta la criticaron. El Miércoles quiero ir a verla. Está por el paradero 10 de La Gran Avenida. Ese día hay protesta, tiene visita solo dos mañanas por semana en el centro de detención de mujeres. En la reunión del sábado cantaron a la hora del almuerzo con guitarra unas mujeres bien modestas unos cantos bien llorones. Una decía que trabajaban en la fábrica, después en la casa, y en la noche el marido las quería bien despiertas. El canto se llamaba: Cuando Soñar es un Lujo. Y sin embargo, a pesar de lo triste de la canción, se reían a gritos al aplaudir. A veces pienso que no tendrán más que sus penas para gozar. Otra se enojó con su amiga, que había ido a un homenaje a Simone de Beauvoir porque eso no lo entendían las demás pobladoras y estaba mal que ella tuviera un placer incomprensible para los demás. Las que son profesionales se avergüenzan de eso en los grupos, es tener algo más que las demás. La historia se repite, porque éstas eran niñitas en los años 70….

 Mientras pasan cosas de las cuales todos escriben y leen en el extranjero, aquí los cines se llenan, aún los del centro que dan dos películas seguidas….la gente sigue viviendo indiferente…mientras no les toque a ellos. Hay restoranes nuevo. Graciela Romero (periodista amiga de mi madre en ese tiempo) va a comidas en el Sheraton que ofrecen los productos L’Oreal, y en la vida social de El Mercurio abundan los cócteles que ofrecen las firmas comerciales en sus aniversarios o en la creación de nuevos maquillajes o productos mecánicos… Somos indios, tenemos la indiferencia de los indios. En el pueblo, tener un pariente uniformado da status, nos gustan los oropeles del uniforme (y pensar que basta una sola bomba en cada puente para detener Chile). Canal 13 con don Francisco a la cabeza, pidieron ropa para los damnificados de las inundaciones. Les llegó tanta que tuvieron que pedir las dejaran en otra parte, en las parroquias, por ejemplo. Lo que no se vio fue repartirlas a los pobres.

 ¿Sabes? La sarna es la enfermedad más corriente en Santiago. Ver en TV, desde la cama calientita, las casuchas de madera arrasadas por el agua, y peor les fue a las de adobe en el sur. Y niños, niños por todas partes. En la reunión del sábado hablaban de luchar por legalizar el aborto, otras dijeron que si se hacía eso no tendríamos lugares donde reunirnos, la Iglesia se opone al control de la natalidad, aunque lo practica como paternidad responsable, si bien el Papa no lo quiera. Veo con amargura que cada vez seremos un país más pobre no sólo en el aspecto físico, sino en lo intelectual y moral.

 Escríbele si quieres al padre Renato Poblete, estuvo más de dos semanas en tratamiento intensivo en la Clínica de la Católica. Le pusieron dos válvulas en el corazón. Pasó un mes en el hospital, ahora está con un hermano. Lo vi en la Clínica, flaco, transparente, puro ojos. Escríbele. Son tan solos cuando ya no son útiles a los demás. Se tratan como herramientas humanas.

 He escrito lo que me pasa por la cabeza. Pensándolo bien, le diré a Anita que se vengan a almorzar hasta que encuentren empleada. No sé qué cara pondrá Juan. Por él, viviera en un mausoleo. El domingo salió a la Vega, le encanta ir, compra de todo, que yo hago hervir de miedo a las infecciones. ¿Sabías que estuvimos tres días sin agua? ¿Todo Santiago? Indisa tiene un pozo y de ahí se trajo en tarros el agua o si no habría que haber hecho cola en los carros cisternas que echaban el agua en las piletas públicas para el uso de los ciudadanos. Cuando se arregló Las Viscachas, ya estaban en uso los antiguos pozos olvidados de Santiago, y el General dijo que le comunicaría al Ministerio de Salud para que se dejaran de transmitir los avisos sobre hervir diez minutos el agua o agregar una cucharadita de agua de cubas por litro de agua. Entonces el general decidió eso porque el agua ya no salía tan sucia. No es necesario irse al pasado, nuestro presente es mucho más rico.

 La Mónica se ajisó con el papá de Pato que siempre hablaba y hablaba de que lo mejor para Pato era el trabajo independiente (cuando lo vio durante semanas entre cuatro paredes del departamento). Aquí vienen a almorzar todos los días para no tener que cocinar. Y así salió al fin ese trabajo en Curicó. Ahora están contentos haciendo planes y planos. Trato de levantarles la moral, porque sé que algo saldrá, que esto de estar sin trabajo es transitorio. Espero que salga la beca a Italia y respiren otro aire. Por ahora se entretienen por las magnificas vistas que tienen de las protestas desde su departamento. Los dos días de paro se quedaron en su casa con la hermana de Pato y su guagua. No querían perderse el espectáculo del silencio y la estrategia militar. Con sus caras embetunadas los milicos inspiran pavor. A los que más mojan los carros son a los giles, que salen a trabajar con terno…

 Volviendo a lo del domingo, vinieron todos a almorzar, compramos pan en la avenida du Bois y las empanadas también. Y de segundo, filete a lo pobre. La Guille estaba roja del apuro. Y ahora me doy cuenta porque está roja a mediodía. Se me terminó el Drambuie y el Pisco que usamos estaba aguado. Debe ser por haber estado enferma, pero todo me produce una cierta sonrisa, por eso le encanta que yo salga en las mañanas….

 Y el almuerzo estuvo de lo más entretenido. Alberto como que observa a todos con timidez. Gonzalo al poco rato empieza con sus historias de la cintura para abajo que todos coreamos. Pato cuando cuenta algo se pone rojo de miedo…es el que más sabe captar el lado cómico de la vida en Chile. Anita, como siempre, mansa como ovejita.

 Y se me terminó el papel y son las 12. Un abrazo a los dos.

 Ximena

 …he releído estas páginas y me asusta lo santurrona que soy y lo mal que escribo.

 ….Álvaro a veces se siente muy explotado en su trabajo, pero no tiene otro. Lo bueno en su vida es Marlen.

 ….Juan sueña con ir a Palma en Septiembre, además yo quiero vagar una semana por París. Si tengo $ me iré una semana antes. Le di a Juan páginas de diarios con la vida de Neruda con Matilde, contada por ella. Espero te lleguen.

 …en el Taller de Guillermo Blanco tú serías rey. Somos un grupito de 8 muertos de frío. Ayer llegué como chupete helado del taller.

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