En una entrevista que le hicieron a Eduardo Halfon, menciona que para él, “hacer literatura es el ejercicio de querer rellenar los espacios vacíos de la memoria, sabiendo todo el tiempo que no se puede”. Parodiándolo un poco, a lo mejor podría agregar lo mismo, pero reemplazando la palabra literatura por un simplemente “escribir”, es decir: “escribir, para mí, es el ejercicio de querer rellenar los espacios vacíos de la memoria, esos enormes huecos, a veces dolorosos, sabiendo todo el tiempo que no se puede, y que uno se queda corto; pero no importa, con la fe del carbonero uno siempre espera que ocurra un milagro.”
Para eso ayudan mucho los diarios y las cartas, verdaderos comprimidos de memorias, de otros días, otros años, donde uno ya casi no recuerda porque se borronea la diferencia entre la ficción y la no ficción. Lo importante en todo caso es preservar la autenticidad de esos momentos, ser fiel a esos sentimientos, eso es lo que importa. Y así es como escarbando entre los muchos papelitos que he guardado durante estos años encuentro cartas y libretitas con anotaciones, fechas, recordatorios. Creo que lo importante es poder mostrarlas así, tal cual, imaginando que ya a nadie le importan porque estamos todos muertos o al borde del cajón. Mi amigo Ignacio Carrión tenía mucha razón cuando decía que para él era muy importante escribir así, imaginando a todos los partícipes ya fallecidos, incluyendo al que escribe. Siguiéndolo a él, considero que las cartas pierden completamente su valor si uno las censura y les roba esa autenticidad que es tan necesaria e importante. Si uno no se gana la vida en este oficio, ¿para qué mentir? Nadie te conoce, casi nadie te lee, y en el fondo no hay nada que perder con tratar de ser lo más auténtico posible; incluso hasta que duela y sientas que te estás causando daño. Además es una buena muestra de respeto hacia los pocos despistados, que todavía invierten algo de su precioso tiempo leyendo estas notitas.
Hurgando entre los papeles y cuadernos, me he dado cuenta que escribo desde hace bastante tiempo. Como decía más arriba, me acompañan libretas desordenadas, papeles, cartas que por ahí se esconden; es decir he sido un aficionado al copucheo constante desde hace bastantes años. Y noto, al fijarme en las fechas, que sobre todo me “pongo las pilas” y escribo cuando paso sustos, aprietos, dificultades, ahí me da por escribir y me largo.
Esto que sigue a continuación lo escribí después de un postdoctorado en el Fritz Haber, en Berlín, y cuando me trataba de reinsertar –¿asustado?- nuevamente en USA. Generosamente Yeager (el mismo de una nota anterior: “La última conferencia de Ernest Yeager”), el profesor bajo el cual obtuve mi doctorado en Case Western Reserve University, me recibió en su laboratorio con sus brazos abiertos mientras yo trataba de encontrar algo más permanente. Es lindo comprobar como muchas veces en la vida te llega esa ayuda tan necesaria de alguien que no tiene ninguna obligación de hacerlo, de ofrecértela, pero lo hace, te ayuda, te extiende una mano y sobre todo te asiste a ganar esa confianza tan necesaria y que tanto necesitas.
Miércoles 30 de enero de 1991
Yeager cada día mas golpeado y enfermo. Hace poco se acercó y me dijo que quizás la Eveready tenía algo para mí; pero fue vago, incierto, y pronto se tuvo que sentar porque estaba cansado. La espalda la tiene muy arqueada y los ojos se le esconden adentro de un rostro fatigado.
Denisse, la secretaria, se mueve muy molesta porque alguien le robó un libro, se lo sacaron de su escritorio. Se queja también porque no la dejan fumar.
Martes 5 de Febrero
Ayer fui a buscar a Yeager al hospital después de una inyección que le pusieron en la espalda. Siente dolores porque los músculos los tiene tan débiles que la columna vertebral la tiene enrollada como una culebra que le hace zigzag. De la sala de espera fuimos a la cafetería donde probó una sopa, dos galletas y una Coca-Cola barata. Entre los sorbos y respiros que se daba, se tomó dos píldoras . Parece que no podré dejarlas nunca, me dijo. Luego nos levantamos con la esperanza de que los síntomas aminoraran y estuviera mejor para el meeting de las dos y media de la tarde.
Viernes 8 de Febrero
Después de leer el cuento, Sur, de Borges, se me ocurrió agregar o mencionar un cuento de Cortazar en “No era la Lectura” (un relato que escribí en esos años), un cuento donde habla sobre antiguas culturas mexicanas.
Ahora Yeager está en Washington presentándose frente a un panel del GRI (Gas Reserach Institute). Partió el día anterior con una buena provisión de píldoras y remedios para camuflar su enfermedad. Ayer por la mañana lo vi destruido encima de su mesa escogiendo las mejores transparencias que pensaba mostrar. Dominic Gervasio, otro posdoctor, sentado a su lado le daba sus sugerencias. La inyección que se puso para aminorar el dolor a la columna no le hizo todo el efecto deseado. Le dolía el pie, la espalda y había dormido poco.
Al comprar un libro de cuentos, la niña que atendía se fijó en los libros y me dijo sin que nadie le preguntara nada: a usted le gustan los cuentos, ¿cierto?. Según me dijo y por experiencia propia, los lectores o leen cuentos o leen novelas; pero no los dos tipos de ficción. Pienso que a lo mejor los lectores de novelas se sienten asustados, abofeteados por la brevedad y el condensamiento que te imponen los cuentos; y quizás sea cierto, muchas veces los relatos cortos golpean duro, y el lector termina abofeteado o pensando. Siento no haberle consultado a ella lo que pensaba, ¿qué creía ella, qué leía?.
Miércoles 20 de Febrero
Camila fue al museo de Historia Natural y al ver los dinosaurios que Pilar le mostraba, le corrigió de inmediato haciéndole saber que “those are bones”, “esos son huesos”.
Yeager mejoró bastante con la inyección a la columna. Camina mas derecho y eso le ha dado un respiro para llevar una vida más normal. Ayer parece que se sentía con tantas energías que incluso se ofreció a llevar a Boris Cahan (otro profe) al médico porque parece que se había dañado el ojo.
Yeager continúa la batalla por lograr un centro Electroquímico, por no caer irremediablemente enfermo, incapacitado y no lograr la mantención de su grupo a flote.
Por la TV continua la guerra; ahora también incluyen las predicciones del clima en Arabia Saudita.
Para el almuerzo Yeager acompaño a uno de los candidatos para dirigir el Centro de Electroquímica. Estaba feliz y radiante porque no le dolía la espalda.
Viernes 22 de Febrero
Yeager cada vez se parece más al capitán de un barco a la deriva. Por estos días espera respuesta del millonario italiano para saber si puede financiar su Centro Electroquímico.
Pilar y yo pasando susto por el problema de la visa; pocos días atrás le rechazaron el waiver en la USIA. Por suerte su jefe le ofreció toda su ayuda. Me siento trabajando en un grupo que en cualquier momento se desintegra; en todo caso quiero estar presente cuando se produzca la transmisión del mando. Quiero ver a Yeager manejando su posición frente a los nuevos jefes que tomarán las riendas del Centro. Peter nos cuenta que Mike Webber (uno de los candidatos) es un egocéntrico y un paranoico. ¿Se enfrentará a Scherson (otro de los candidatos) en un round de reconocimiento, de olfateo, de mostrarse los dientes? ¿Qué papel jugará Yeager? Está por verse.
Miércoles 26 de Febrero
Tribilín (así le decíamos a un fiel técnico del grupo de Yeager) no se apareció ha habla de la guerra, así que tuve que leer el New York Times. Ayer le dolía la espalda, unos dolores que combate tomando aspirinas, durmiendo en cama dura, y sentándose en una silla especial. Un masajista muy bueno que tenía se cambió de hospital y el seguro ya no le paga tantos masajes como antes; así que vive sus días capeando el temporal y añorando esos años en que las manos del experto le aliviaban el dolor.
Yeager cada día más agachado. Cuando verdaderamente se cansa se le ponen las orejas coloradas y escribe sacando los labios hacia fuera, como si buscara besar a alguien.
La carta de más abajo me la mandó mi padre cuando yo tenía apenas 34 años de edad. Y cuando todavía no se me escapaba el tiempo como el agua entre los dedos de una mano abierta. Reproduzco su carta más abajo y sin censura (la verdad es que no es necesaria). Leyéndola a la distancia y con los años, noto que mi padre hacia de “goma de pegar” entre nosotros, unía al grupo, a la familia, la mantenía en contacto; creo que ese ha sido su principal legado, el más importante. Considero que esa carta lo refleja bien, pero más que nada cuando estaba solo, porque junto a mi madre cambiaba, era distinto, le costaba poco esfuerzo “subirse al chorro” de las ideas preconcebidas, del juicio lapidario, certero; perdía mucho de su libertad. En todo caso noto con un poco de tristeza que su legado se nos va borrando de a poco, como si cada vez, como si con cada día que pasara, nos costara menos esfuerzo llegar a ser unos extraños entre nosotros. ¿Cual será el legado que yo le dejaré a mis dos hijas? ¿Habrá recriminaciones, desencuentros e interpretaciones cuando me toque “chutear el tarro”, como dicen los gringos?
Aquí va su carta:
Querido Cristián, Pilar (esposa) y Camila (hija mayor) 7 de Marzo, 1989
Estamos felices con la noticia que nos dieron respecto al futuro trabajo de Pilar. Por favor escriban dando detalles sobre cómo fue su examen, ¿largo, corto, difícil? ¿Hubo algún profesor que la quiso fregar? ¿Quienes estaban en el examen? Después del examen, ¿qué hicieron? ¿Como fueron los festejos?, etc., etc. Danos también mayores detalles sobre su futuro trabajo en la NASA y como será su trabajo mientras tanto en la universidad.
Acá están disminuyendo los calores, por lo que creo que ustedes ya tendrán mucha nieve y con frío. Una cosa que me interesaría que averiguaras: ¿qué es lo que sería más conveniente hacer si vendiéramos la casa de Suecia que presuntamente nos podrían dar doscientos mil dólares? Nosotros no sabríamos realmente qué hacer con ese dinero en Chile y creo que en USA podría ser invertido en algo que nos diera alguna renta. ¿Departamento a plazo? ¿Acciones? ¿Fondos mutuos? En todo caso esto es solo una probabilidad y a lo mejor no se vende nada, ni se hace nada. La Moniquita (mi hermana) está muy bien y tendrá su guagua a fines de Julio. Álvaro (hermano menor) se casará el viernes 4 de agosto; los casará el padre Fernando Salas. Irá de luna de miel a USA y Canadá. ¿Cuanto salen los pasajes a Canadá? Llama por teléfono a Gonzalito (hermano) para que no se sienta tan solo. La mamá bien de salud y yo trabajando en buenas condiciones en la Clínica Indisa.
Recibe tú, Pilar y Camila un cariñoso abrazo de la mamá, hermanos y mío.
Juan