Tuve que tomar una calculadora para confirmar los años de la carta que mi padre le escribió a mi hermano Gonzalo, que me parece estudiaba en USA en esos años, hace cuarenta años atrás. La reproduzco más abajo sin recordar cómo llegó realmente a mis manos. Al verla, me dio vértigo comprobar que mi padre la escribió cuando era menor que yo en este momento, en el 2018 y aquí en Michigan. Al leerla fue como introducirme en una cápsula de tiempo, de una época ya vaporizada y caput.
Algo parecido a mi hermano, yo salí también bien joven hacia mi propia aventura en los Estados Unidos, dejando atrás las seguridades de mi casa de Santiago, mis padres, mi familia, mis amigos, para perder definitivamente algo importante, pero ganando también la huella de esas cartas que nos escribimos y que me vuelven a mostrar –en cualquier momento, donde sea que me encuentre- el barniz de una época sin celulares, sin e-mails, sin los Twist y esa comunicación tan rápida que nos está invadiendo desde todos los rincones.
A la distancia y en esas cartas que nos escribimos percibo nítidamente la marcada diferencia que había entre mis padres. Ella, mi madre, se muestra bien copuchenta y entretenida cuando habla de sus conocidos, cuando cuenta de sus antepasados y de nuestras costumbres sociales. Él, mi padre, se muestra con menos análisis sociales y se concentra más en su familia y en que nosotros estuviéramos bien, fuera de peligro y demostrando un gran interés por su familia, por nosotros (que en su carta el marca entre comillas: “la familia”).
De mi padre recuerdo que cuidaba con especial cariño dos o tres fotos que él colgó en el muro de su cuarto. Tengo aquí la copia de una de ellas, y que él conservó en su cuarto durante los últimos años de su vida. A la derecha y sentada está su madre, sentada en una silla de madera. Detrás y de pie, está mi padre como de 17-18 años y de corbata. Se parece tanto a mí que a veces me da susto; ríe poco y en la foto simplemente mira hacia delante, sin sonrisas. Se parece tanto a mí, cuando yo era joven y tenía 18 años, que lo veo y siento que invado su privacidad, su intimidad, al imaginar lo que pensaba en ese entonces, o lo que hacía cuando le tomaron esa foto. A la derecha de su madre, vemos a una señora de más edad que a lo mejor ya se ha terminado de morir porque no creo que nadie la recuerde o la reconozca (agregado de última hora. La han reconocido. Patricio Peralta, hace pocos minutos, me cuenta que «…..probablemente se trata de su abuela María Morales Puelma, o quizás su tía Eduviges Fernández Valdivia». Me cuenta «que corría Marzo de 2002 y a insistencia de tu padre fui a ver el mausoleo familiar Fierro en el Cementerio General. Está en la puerta de Recoleta, cerca del acceso y mirando al Cerro Blanco, desde el ingreso hacia la derecha. Fue comprado por Adelaida Puelma Vergara, tú bisabuela, el año 1945. Es una edificación de color mortero gris, cubierta a dos aguas y rejas de fierro pintadas de color verde. Te adjunto las notas que tomé mientras tu padre, recostado, me dictaba. Te adjunto también ficha del mausoleo, donde se ven los sepultados. Está tu bisabuela, un Agliati, que pensé era el niño de la foto, pero no cuadran las fechas. Hay dos tíos tuyos, Juan A. Morales Puelma e Isabel del Carmen Morales Puelma, los conociste? El de terno cruzado no será un Agliati. El N.N. Schwerter Warner es digno de ser investigado, según la cuidadora. Al visitarlo y hablar largamente con ella, que sabía mucho de quienes «están» ahí, me abrió el mausoleo y bajé incluso a la cripta).
Ya van quedando pocos seres vivos de esa época. Ella tiene un niñito sentado en sus rodillas a quien tampoco reconozco. A la izquierda y también sentada, creo que reconozco a la hermana de mi padre, mi tía Maruza, pero con una sonrisa que nunca le pude conocer, una sonrisa linda, acogedora, que después se le murió, se la arrancaron a jirones: ¿abuso sexual? ¿Engaños? ¿Torturas del amor? Lo bueno es que ella todavía parece vivir otro poquito porque la recuerdo, la reconozco en esa foto; aunque nunca la pude conocer verdaderamente y compartir con ella, saber de sus sustos, lo que le gustaba, qué leía. Cuando me saludaba me hacía la señal de la cruz sobre mi frente, sobre mis labios. Al lado de mi padre y también de pie, veo a una señora a quien nunca conocí. Después la sigue otro hombre de terno y de corbata que se esfuerza por aparecer bien distinguido. Tiene los brazos cruzados atrás, como mostrando el pecho, la pinta, y tampoco nos sonríe. Mi padre felizmente tiene su mano derecha tocando la silla de su madre, como apoyándose, quizás mostrando algo de vulnerabilidad. Como escribía más arriba la única que sonríe en esta foto es mi tía Maruza, la que después perdió su sonrisa y tantos sueños. Recuerdo a mi madre, que al ver esa foto un día de verano en Chile, en su departamento, me dijo que ese señor de corbata y de brazos escondidos, molestó mucho a mi papá. ¿Qué le hizo? ¿Con que lo molestaba? ¿Abusó también de mi tía Maruza? ¿La ninguneó?
El padre de mi papá no está por ningún lado y nunca lo conocí. Hace pocos años mi madre también me confesó -en su departamento y en un día de verano en Chile- como abriendo la puerta de un gran closet, que ella pensaba que había sido gay.
Creo que mi padre se esforzó para que nunca nos tomáramos una foto así. Viendo esa foto ahora, desde Michigan, creo ver a mi padre buscando con mucho esfuerzo lograr tener y mantener una familia unida. Para él esa fue su gran misión y de mucha importancia. Rebuscando en ese pozo de cuarenta años atrás, veo y reconozco que él siempre estuvo ahí para nosotros, a su manera, pero ahí presente, y dispuesto a tendernos su mano frente a una emergencia. Aquí va la carta. Un comprimido de hace cuarenta años que a lo mejor le escribí hoy a una de mis hijas:
Querido Gonzalito: Santiago 9 de Mayo, 1978
Mañana es tu cumpleaños, ese día hermoso en que naciste, y todos en tu casa te estaremos recordando. Esta noche te llamaremos por teléfono, porque si lo hacemos mañana 10 de Mayo, tenemos temor que no estés. Ojalá celebres tu cumpleaños con una rica cena en algún lugar agradable y si es posible con buenas amistades.
Gonzalito, muchas gracias por todos los esfuerzos que realizas que nos llena de orgullo y felicidad y que estoy absolutamente seguro que llegarás a conseguir lo que te has propuesto. Tu cariño “por la familia” es la mejor recompensa que podemos esperar los padres de un hijo.
Mamá con alternativos días buenos y regulares, feliz cuando recibe carta tuya. La Moniquita (hermana) está bastante acostumbrada en Viña del Mar y cada día le gusta más su carrera. La dirección de ella es la siguiente : Av. Matta 53 Recreo, Viña del Mar, Chile. Si tienes tiempo escríbele algunas líneas que estoy seguro la ayudarán mucho. Cristián estudiando como siempre, muy disciplinado y le va bien. Álvaro (hermano) también estudiando con mucha responsabilidad. A ti, si no te va bien en tus estudios, trata de ayudarte con algún tutor o profesor o pasante; no te preocupes de ahorrar. Tampoco te preocupes si no tienes beca, porque gracias a Dios, puedes estudiar sin necesidad de ella. Lo importante es no perder el rumbo y continuar con esfuerzo, hasta conseguir el fin que te has propuesto. No estudies en forma exagerada tampoco, es mucho mas importante la salud física y síquica y que las cosas se vayan arreglando en forma programada.
Gonzalito muchas gracias por toda la felicidad que nos das. Recibe un cariñoso beso de mamá, Cristián, Mónica, Álvaro y mío.
Juan
Nota de última hora:
¿Quien era ese N.N. Schwerter Warner? ¿Por qué ese secreto, por qué ese ocultamiento en los corredores de nuestra familia? ¿Habrá sido un querido amigo de mí tía Maruza. pero que nadie le aceptó por extranjero, o por mala facha, o por gay? ¿Fue -a lo mejor- el padre de ese niño que sale en el retrato, un hijo no reconocido de un amor furtivo, ilícito entre mi querida tía -la que entraba en puntillas a nuestra casa- y un N.N.?
……..SECRETOS DE FAMILIA
¿Será por eso que mi padre se paseó por está vida escondiendo sus raíces, como escondiendo una vergüenza? Que triste no haberlo conocido mejor, que pena no haberlo acompañado a ese cementerio para que me hablara libremente de ellos, sus antepasados y su vida…. No tuvimos tiempo; así de simple, nos faltó tiempo, crecer, madurar otro poquito.
SECRETOS DE FAMILIA II
Me acabo de enterar que N. N. era un niño, N. N. Schwerter Warner era un niño. El olfato me indica que pudo haber sido un hijo de mi tía Maruza, pero un hijo fuera del matrimonio y que todos escondieron. Al fallecer a temprana edad lo condenaron a morir como un N. N., pero al menos con los apellidos, o con apellidos falsos para despistar. Este drama explica con mucha claridad el posterior matrimonio de ella con un hombre «respetable», pero claramente un matrimonio sin amor, helado, misterioso, que a mí siempre me chocó, fue simplemente un contrato de trabajo, una firma para acomodarse a las convenciones sociales de su tiempo. Eso explica el sigilo de ella, de mi tía Maruza, cuando llegaba a nuestra casa. El poco cariño de mi madre hacia ella, el tratamiento de guantes que le daba. Y más que nada explica de manera cristalina el por qué esa tía mía perdió para siempre la sonrisa de esa foto, su felicidad. Explica la tremenda infelicidad que la envolvía, esa tremenda pena, esa tristeza que siempre la acompañó hasta el día de su muerte.
Creo que la señora del centro abajo fue una tía del papá, llamada Isabel. Yo acompañé al papá a verla unas tres o cuatro veces cuando era niño. Ella estaba enferma de algo, y el la pasaba a chequear. Vivía en una casa en Nuñoa. Yo veía que no había cariño entre ellos, y un día le pregunté al papá la razón de esa lejanía. Me contestó que cuando era niño chico él había tenido que irse a vivir con ella, y que siempre lo habían tratado de allegado. Sin cariño; como una molestia. La tía Isabel nos ofrecía tomar once, y ofrecía jamón. El papá nunca lo probó o tocó. Yo tampoco, suguiendo lo que el hacía. Me contó que solo desde que se había recibido de médico el trato hacia él era mejor, pero él nunca pudo olvidar las humillaciones que pasó. Cuando le mencioné que ella me parecía pobre, me respondió que tenía mucho, pero que no gastaba en nada. No supe nunca cuando murió.
Gonzalo
Concuerdo con Gonzalo… la señora del centro es la tía Isabel. Y el niño en brazos es Jorge Agliati, hijo de la tía Maruza sentada a su lado. Detrás de ella el tio Pepe, José Agliati. Desconozco quién es la joven en el centro.